El Reencuentro
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Rosa Montero: El reencuentro
Iba mirando el periódico que acababa de comprar y por eso no advirtió su presenciahasta que casi chocó contra ella.
- Perdone -dijo él, aún distraído y manoteando torpemente el diario.
- Vaya, pero si eres tú -dijo ella.
Tomás alzó la vista. Rosario estaba frente a él, con gestosorprendido, sonriente. Tenía exactamente el mismo aspecto de siempre: Tomás incluso creyó reconocer la chaqueta de mezclilla que llevaba. Qué bárbaro, cinco años sin verse y vestía la misma chaqueta queantes. Con lo mucho que se cambiaba de ropa por entonces y la cantidad de dinero que se gastaba en trapos.
- Pues sí, soy yo.
Se quedaron unos instantes sin saber qué decirse.
- Estás igual -dijo él.
-Tú también -dijo ella.
Tomás se pasó disimuladamente una mano por el pelo, mucho más ralo que antes, y metió tripa.
- Acabo de llegar -explicaba Rosario-. Hace un par de días. Y ya no me voy más. Seacabó la aventura americana.
Era verdad, sí. Ahora Tomás recordaba vagamente que Rosario le había escrito que pensaba regresar a Madrid. Pero eso había sido muchos meses atrás.
- Te debo carta, porcierto -recordó de pronto Tomás, sintiéndose culpable.
- No te preocupes: ahora ya me podrás decir las cosas cara a cara. O por teléfono.
Rieron los dos, Rosario enseñando sus dientecitos pequeños yparejos, como de niña. Una mujer tan estupenda, Rosario. Pero ¿qué cosas? ¿Qué cosas podría decirle? ¿De qué podría hablarle? Ni por carta, ni por teléfono, ni cara a cara: no se le ocurría nada quecontarle a esa mujer estupenda con la que había vivido cuatro años.
- ¿Qué tal te va la vida? -preguntó ella.
- Bien. Bueno... Sí, bien. ¿Y a ti? -titubeó él.
- Muy bien. Ya ves. En pleno cambio.
Y, sinembargo, los primeros seis meses de su relación habían sido un incendio. No en el terreno de la complicidad verbal: ahí nunca brillaron. Los dos eran demasiado introvertidos, demasiado pasivos,...
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