el reino de la oracion
Todos podemos rezar: hacerlo como se debe hacer, es cosa muy diferente. A menudo, la criatura humana no sabe comer, ni sabe mirar... ni sabe pensar. Pareciera que todos nosotros estuviéramos destinados al error, a vérnosla con él en todos nuestros actos. Tal vez sea el medio del que se vale la vida para, precisamente, enseñarnos el camino opuesto, esto es, aquelen el que impera la virtud de la perfección.
Este “vivir equivocándonos”, alcanza también a la oración. Es difícil, muy difícil, orar bien, el mundo nos distrae constantemente, nuestros pensamientos-sentidos, divagan... Debemos meditar sobre la correcta oración y tratar de llevarla a la práctica. Al respecto dice Agustín cristiano: “Señor del Universo, Padre de todo lo creado, te ruego meotorgues el don sagrado de saber dirigirme hacia Ti correctamente en la oración: me oirás así, habiendo encontrado el modo de lograr tu atención a fin de que me libres de todas mis ataduras”... Cuando repetimos el Ganapati Upanishad, decimos: “El que sabe como actuar correctamente ante Dios”...
Es triste ver como, miles de almas dilapidan su tiempo en iglesias y sinagogas, “haciendo” como que rezan,pero en verdad, distantes en alma y pensamientos de ese Dios al que invocan en sus oraciones. ¡¡¡Hemos pues de ganar conciencia y orar como se debe orar!!!
Contemos una historia al respecto:
En un lejano paraje de China, vivían dos boteros que a diario debían cruzar en sus embarcaciones, a las personas que iban de una orilla a la otra del río. El más joven se llamaba Li; el mayor, Luan. El másjoven se hallaba siempre molesto e impaciente; el mayor, calmo y feliz, aún ante las tempestades que de tanto en tanto hacían difícil su labor de botero. El más joven siempre se quejaba de su suerte.
Pensar decía que hay quienes nacen para ser reyes, mientras que yo, deberé estarme en este río por el resto de mi existencia cruzando de un lado a otro, a gente que no me interesa...
Las reflexionesde Luan, el mayor, eran bien distintas:
Pensar decía que hay quienes nacen para ser reyes, para vivir prisioneros de sus deberes palaciegos, sin asomarse jamás a la belleza de mi río, al azul de sus olas, a la gracia de su brisa, llevando de un lado al otro, en mi preciosísimo bote, a hermanos con quienes dialogar durante el viaje y de quienes tanto aprendo... sobre todo... aprendo amándolos...El joven Li, cruzó miles de veces el río y murió entristecido y amargado. Su alma era como la encarnación de la noche. Luan, el mayor, pereció, en medio de una tormenta cuando regresaba solo en su barca. Cosa extraña, los que presenciaron el episodio, jurarían que lo oyeron cantar, mientras le llevaba la corriente...
El río de nuestra historia es la oración, los boteros, la buena y mala mente.La que se entrega al acto de orar con amor es Luan; la que lo hace a regañadientes es Li. Las “personas” que cruzaban en la “barca” son las buenas o malas ideas: a las primeras las amamos y aprendemos de ellas. Las segundas nos llenan de tristeza y sinsabor. Y por fin, la “tormenta”, es la total posesión del alma por Nuestro Señor, la que nos lleva hacia el anchuroso mar de Su Ser, razón por laque Luan iba cantando, ya que nunca más regresaría a la tierra, habiendo conquistado su lugar entre los santos inmortales.
Imagina decía también un viejo maestro imagina a la oración como si esta fuera un reino sagrado y maravilloso: cada vez que ingreses a él, deberás hacerlo con alegría y pureza, pero, sobre todo con alegría. La alegría es hermana del Amor. Dios quiere a los hombres llenos desano optimismo y buena disposición. No vayas a ese reino a quejarte o lloriquear pidiendo perdón por tus pecados. Eso es de niños. ¿Crees acaso que Dios no sabe que el árbol de naranjos da naranjas y el ciruelo da ciruelas? Imagínate a un cerezo gimoteando ante Nuestro Señor suponiendo que pudiese hacerlo y diciendo: “¡Perdóname Padre Bueno, por no darte dátiles como el datilero! ¡Ay de mí!...
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