el reves de las lagrimas

Páginas: 218 (54255 palabras) Publicado: 20 de febrero de 2014
1. Cristina Loza El revés de las lágrimas Obra finalista del 11º Premio Planeta Argentina para novela inédita 2
2. 3
3. Para José María, hasta que nos volvamos a ver. A mi padre, perdido y recuperado. A mi madre, que me legó la fuerza. Para mis hijos, que ya vuelan su propio cielo. 4
4. Esta historia no hubiera visto la luz sin el aporte invalorable de quienes me acercaron libros, datos ypalabras de aliento: Cristina Bajo, pionera en el camino de la novela histórica de Córdoba, amiga generosa, enfática y de corazón cálido. Eduardo Arnau, con su olfato de perdiguero para encontrar información imposible en su biblioteca de incunables. Jorge Maldonado, con su memoria paquidérmica y poética, y su fe inquebrantable en esta novela. Graciela Fernández, que con paciencia puntillosa y extremorespeto limpió de hojarasca el texto que yo derramaba crudo y apasionado. Mis hermanos de La Pampa, Germán Canuhé, Luis Dentoni, Nazareno Serraino, Cristina Fiorucci (el hada de la arcilla), que creen en lo que hacen y no claudican en el intento. Mi hija Gabriela, que siguió paso a paso la creación de esta novela como primera lectora y crítica implacable. Y Héctor Loza, que puso su amor, susconocimientos, mente lúcida y juicio sensato para acompañarme en esta gloriosa aventura. A todos ellos, mi profundo y afectuoso reconocimiento. 5
5. 6
6. 1 En el infierno La habían dejado en paz. Por un tiempo. Ella sabía que esa bonanza sería sólo hasta que naciera el niño. A medida que crecía su vientre, menguaba la lujuria del jefe. También cesaron los golpes de las mujeres, que no queríanmalquistarse con el capitanejo. La mano, instintiva, tocó la punta de la ceja izquierda, donde el palo ardiente había arrugado la carne dándole a su perfil un aire sardónico. El dolor la tomó desprevenida, y ahogó el gemido en la piel de carnero que le servía de lecho. Se acurrucó en la precaria intimidad que le daba el nicho que formaba, colgando, la piel de yegua. En la oscuridad del toldo, lassombras durmientes; en el suelo, en las cujas, sólo ronquidos, alguna ventosidad, un sueño balbuceado. No la han oído. Ah ítos de carne de yegua apenas cocida, y de beber la sangre caliente, embadurnadas las caras de sangre pegajosa y espesa, duermen. El hedor en el toldo es rancio, denso, pero ya no le provoca la náusea incoercible de los primeros tiempos; su mente sabe ahora cómo huir por esa finísimagrieta que se abre hacia los recuerdos: los olores queridos, rescatados después del llanto, del dolor, la impotencia y la rabia. El olor de los jazmines. Jazmines, blancos, purísimos jazmines de octubre, perfumando el aire de ese mes luminoso... 7
7. 2 Octubre de 1868 ¡Quiero jazmines en todos los jarrones! La voz de doña Encarnación estremecía su pecho de soprano, mientras se deslizaba como unbarco enorme por las piezas de la casa. ¡Nazarena! ¡Llamámelo a Tobías y a Crispín, que me saquen las alfombras y pongan las esterillas! La negra acude desde el último patio, frontera de su reinado, moviendo las gordas caderas bajo el pollerón de bayeta. ¡Nazarena!, corta el grito la señora al ver a la sirvienta tan cerca de ella, que la mira brazos en jarra con sonrisa socarrona. ¿Se puede saberde qué te reís, negra ladina? De verla tan alborotada y al cuete, responde Nazarena. ¿Al cuete, decís? No es cosa de todos los días el compromiso de una hija, y siguiendo el pensamiento, pregunta: ¿y Damiana? La niña está en la tina, contesta la negra con un suspiro. ¿Todavía? ¡Se va arrugar!, ¿y la platería?, ¿terminó Estrella de lustrarme la platería? Sí, señora, lo está haciendo conmigo en lacocina. ¿Y las candilejas, ya están listas?, pregunta inquieta la señora. Se las encargué al Crispín, contesta la criada. ¡No me vayan a faltar luces!, grita doña Encarnación. Ni que fuera día de repique fuerte, murmura Nazarena. Ay, en esta casa se han confabulado todos en mi contra, protesta doña Encarnación. ¡Qué hacés ahí, con toda la cabeza mojada!, ahora doña Encarnación apunta sus cañones...
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