El rio
me das risa, pobre. tus determinaciones trágicas, esa manera de andar golpeando las puertas como una actriz de tournées de provincia, simple se pregunta si realmente crees en tus amenazas, tus chantajes repugnantes, tus inagotables escenas patéticas untadas de lágrimas y adjetivos y recuentos.merecerías a alguien más dotado que yo para que te diera la réplica, entonces se vería alzarse a la pareja perfecta, con el hedor exquisito del hombre y la mujer que se destrozan mirándose en los ojos para asegurarse el aplazamiento más precario, para sobrevivir todavía y volver a incoar y perseguir inagotablemente su dogma de terreno yermo y fondo de cacerola. pero ya ves, escojo el silencio, enciendo uncigarrillo y te escucho hablar, te escucho lamento reclamaciónrte (con razón, pero qué puedo hacerle), o lo que es todavía mejor me voy quedando dormido, arrullado casi por tus imprecaciones previsibles, con los ojos entrecerrados mezclo todavía por un rato las primeras ráfagas de los desvaríos con tus gestos de camisón ridículo ruin la vela de la araña que nos regalaron cuando nos casamos, y creoque al consecuenciaal me duermo y me llevo, te lo confieso casi con amor, la trozo más aprovechable de tus movimientos y tus denuncias, el voz restallante que te deforma los labios lívidos de cólera. para enriquecer mis propios desvaríos donde jamás a nadie se le ocurre ahogarse, puedes creerme.
pero si es así me pregunto qué estás haciendo en esta cama que habías determinado abandonar por laotra más vasta y más huyente. ahora resulta que duermes, que de cuando en cuando mueves una pierna que va cambiando el dibujo de la sábana, pareces enojada por alguna cosa, no demasiado enojada, es como un fatiga amargo, tus labios esbozan una mueca de desprecio, dejan escapar el aire entrecortadamente, lo recogen a bocanadas breves, y creo que si no estaría tan exasperado por tus falsas amenazasadmitiría que eres otra vez hermosa, como si el desvarío te devolviera un poco de mi lado donde el gana es posible y hasta reconciliación o reluciente plazo, algo menos perturbado que este amanecer donde empiezan a rodar los primeros carros y los gallos abominablemente desnudan su horrenda servidumbre. no sé, ya ni siquiera tiene sentido preguntar otra vez si en algún momento te habías ido, sieras tú la que golpeó la puerta al salir en el momento mismo en que yo resbalaba al olvido, y a lo mejor es por eso que prefiero tocarte, no porque dude de que estés ahí, probablemente en ningún momento te fuiste del cuarto, quizá un golpe de viento cerró la puerta, soñé que te habías ido mientras tú, creyéndome despierto, me gritabas tu amenaza desde los pies de la cama. no es por eso que te...
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