El romanse

ANTONIO ROMÁN
SE sinceraba mi amigo Antonio la semana pasada cuando me reconocía que había abandonado las tesis de Fukuyama (sic) y que se había agarrado por razones filosóficas a la socialdemocracia como única respuesta posible al ciclo socio-político que atravesamos. Es cierto que el individualismo está alcanzando cotas elevadas, pero lo grave de este individualismo radica en su tamizacióncon pretensiones sociales que oculta el verdadero interés de sus adeptos. Un interés que no aborda la defensa de lo colectivo, sino que se sumerge en un ego cortoplacista y contradice sus soflamas:mientras se revindica la defensa del interés general se protege con radicalidad el particular, sin la menor intención de proyectarse más allá de sus necesidades económicas inmediatas. Así, se olvidano sólo la pertenencia a un colectivo, sino el futuro de sus generaciones venideras. El cortoplacismo es, por tanto, uno de los planteamientos más perversos que acontecen actualmente.
Frente a estavisión complace comprobar que todavía existen organizaciones que se mueven por la consideración del ser humano. Estimula advertir que la dignidad del ser humano, y no sólo la propia, goza de vigenciaen la lucha que se libra en el seno de la globalización. Esta batalla la mantienen las organizaciones, pero no cabe duda que éstas, a su vez, se componen de los auténticos protagonistas, que con suesfuerzo y conquistas consiguen despertar la convicción de su filantropía.
Uno de los casos es el de los seguidores de Paul Harris. He leído el trabajo que han realizado para erradicar la polio enlugares donde la insuficiencia de recursos y el abandono de los gobiernos dejaba descansar en la solidaridad de terceros la salud de los ciudadanos. Me gustaría llevar a cabo, por medio de estaslíneas, un homenaje a esas personas que te hacen creer en lo que representan. He compartido algunos momentos con los rotarios de Alicante y estoy persuadido de la abnegación de sus miembros y del...