El ruido de un trueno

Páginas: 16 (3793 palabras) Publicado: 3 de noviembre de 2013
“PEDRO: SONIDO IRACUNDO DE UN TACONEO DESAFINADO”
(Compilado de crónicas):

1. “Piedad con la burguesía, María”:
Todo fue por la obligada invitación de la editorial a un club party literario en el barrio alto. Me invitaron y no pregunté detalles, encaramándome al taxi que subió por Providencia y El Golf arriba, hasta el lugar donde sería el evento. El auto se detuvo y al abrir la puerta,ahí estaba esperándome uno de Los Huasos Quincheros. Casi me morí de la impresión. Adelante, me dijo el viejo firulo estirándome la mano. Bienvenido, escritor. Entonces, sin responderle el saludo, me vi en el apuro de improvisar un repentino vahído, un malestar, un asco estomacal, que el vómito venía, María. Dónde hay un baño, por favor, le dije al quinchero, pálida y con ojos de náusea. Estoyenfermo, siento que me desmayo, permiso, agregué, y entré al baño conducido por una azafata bronceada. Allí dejé pasar unos minutos, me mojé la cara, me ordené la peluca y abrí la puerta con otro rostro. Lo que tenía que hacer era tratar de no salir en las fotos con esa derecha colchagüina, Ernestina. Aparecer con ese personaje era un suicidio político. Y pa más recachas, el viejo era súper cordial,preguntándome: ¿cómo se siente, se recuperó?, el público lo está esperando, ¿ya podemos pasar para tomarnos las fotos? Entonces, qué hacía, María. Cómo me la sacaba, ya estaba allí, no podía salir huyendo. Mire, le dije al huaso pituco, usted como artista sabe de estas cosas, es mejor que salga usted y me anuncie, y después salgo solo al escenario. Perfecto, Pedro, tiene razón, así le damos un airede espectáculo a esto. Y así pude evitar la foto junto a este fiambre fascistón. Mientras entraba a la sala, por más que miraba las caras de la platea, no conocía a nadie: puras rubias fashion con cara de aburridas, ternos Armani, viejas de collar con cara de zorra fina, caballeros elegantes y estudiantes de university privé con sus pelos dorados y ese olor, lo peor de la burguesía es ese olor aranciedad pitucona que me provocó mareos sin haber tomado nada aún. Para reafirmar el taconazo rojo pedí una copa, me la tomé al seco, dije cosas, leí otras con desgano, y luego vinieron las preguntas. Una mujer de pelo ceniza levantó la uña pintada con barniz natural, interrogando con voz ronca: mire usted, señor Lemebel, que escribe sobre los pobres con la mano izquierda y agarra la plata con lamano derecha, que le parece estar aquí. Plop, casi me caí de la silla ante la insolencia de la vieja que abanicándose con su atrevimiento esperaba respuesta. Y que te crees tú, le dije iracunda, que vengo gratis a entretener cuicos. Los animales raros cobramos caro. Me pagan, linda, y musho. Pero por qué tiene que ser tan agresivo, saltó otra rucia cara de vela mordiéndose la cutícula. Porque estelugar es agresivo, sus caras blancuchas son violentas, su normalidad me apesta. Odio esa risita de asco que oculta tu boca siliconeada. Pero a qué vino, entonces, agregó el quinchero desde la primera fila. Ustedes me invitaron, me pagan y la necesidad tiene cara de hereje. Además deben ser masoquistas, vienen para que los insulte. Es el colmo, dijo un viejo Opus Dei con una mueca ácida y saliófurioso. Nunca me había encontrado con un público tan reaccionario, y por más que buscaba en la platea, no veía ninguna risa amable, nadie conocido. Seguí tomando, me sentía como un dragón rojo en medio de la misa dominical. Sigan preguntando, los desafié con desparpajo. ¿Y escribirá de este encuentro en su crónica del domingo?, preguntó una flaca arriscando la nariz. Y ustedes creen que estebasurero feudal da para una crónica, cómplices de la dictadura, fachos con cara de yo no fui. Estaban mudos, pero no se iban, y para terminar dediqué un texto a mis desaparecidos. Tuvieron que mamárselo entero, porque al que se movía le tiraba una pesadez. Entre los pocos aplausos salí de ahí medio mareado con ese olor a poto con perfume francés, ese tufillo a codorniz palogrueso. Nadie puede volver...
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