El saber y la cultura de max
La Dirección de la Escuela de Altos Estudios,
que bajo el amparo y guía de los manes de Lessing
ha tomado en los últimos años un vuelo tan notorio,
me ha requerido para que en esta solemnidad, y
dentro de límites de tiempo muy tasados, diga algunas
palabras sobre “el Saber y la Cultura”. Hace poco
he tratado detenidamente, con aparato filosófico
y científico, en dosextensas obras (La Universidad y
la Escuela Popular de Enseñanzas Superiores y Ensayos
para una Sociología del saber) las cuestiones indicadas, y
al término de la primera concluía reclamando un
nuevo tipo de instituto superior de cultura nacional
y libre, para personas que hayan rebasado ya la edad
estudiantil y ejerzan profesiones estables. No me es
posible satisfacer aquí el requerimientocon tesis
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suficientemente razonadas. Bastará, pues, con indicar,
en pocas y concentradas frases, algunas de las
convicciones que he adquirido en mis estudios y en
mi experiencia de la enseñanza y de la vida, convicciones
que no dejarán seguramente de tener importancia
para los fines que persigue una Escuela de
Enseñanza Superior.
Pero antes de cuanto yo haya dedecir como filósofo,
dejadme expresar la impresión casi dolorosa
que sobre mí ejerce el momento, este momento
nuestro, lleno de escollos enigmáticos. ¡Nunca, en
ningún tiempo de la historia por mí conocida, fue
más necesaria la formación alquitarada de una élite
directora! ¡Nunca tampoco más difícil! Este trágico
aserto es aplicable a todo el orbe, porque lo es a toda
esta desgarrada época,cuyas masas ya apenas son
susceptibles de dirección. Pero permitidme añadir
que aun cuando miremos las cosas comparativamente,
el contraste entre la necesidad y la dificultad
de realizar lo necesario resulta todavía muy grande
en nuestra patria, en Alemania. Somos hoy como
una selva virgen, en donde la unidad de la cultura
nacional está perdida casi por completo. Yo no soy
ni paso por serun hombre hostil a las ideas de la
ilustración (Aufklärung), y menos aún a lo que la
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ideología positivista llama “progreso”. Pero no encuentro
otras palabras para expresarme: un verdadero
pavor se apodera de mí ante el creciente abandono
de las libertades y la pérdida de sensibilidad,
crepúsculo gris e informe en que no sólo este o
aquel país, sinocasi todo el mundo civilizado, se
halla en grave peligro de hundirse, de ahogarse lentamente,
casi sin darse cuenta. ¡Y sin embargo la
libertad, activa y personal espontaneidad del centro
espiritual del hombre –del hombre en el hombre–,
es la primera y fundamental condición que hace posible
la cultura, el esclarecimiento de la humanidad!
Dirijamos una ojeada al mundo actual. Rusia: un
indexlibrorum prohibitorum, remedo del de la Iglesia
romana medieval, donde están incluidos los dos
Testamentos, el Corán, el Talmud y todos los filósofos,
desde Thales hasta Fichte. Ningún libro en que
la palabra “Dios” figure. puede pasar la frontera.
Sólo las ciencias inmediatamente utilizables técnica,
higiénica y económicamente, son admitidas, conforme
a la desacreditada teoría marxista ypragmatista
de la relación entre ciencia y economía. El marxismo,
deshecho hoy más que nunca por la crítica,
es ceremoniosamente exaltado al rango de dogma
de un gran imperio. Se queman solemnemente los
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escritos de la vejez de Tolstoy. Como contrafigura,
Norteamérica. Aquí, un movimiento que se intitula
“funda-mentalismo”, porque pretende elevar la Biblia,
en elsentido de la inspiración literal, a fundamento
absoluto del saber y de la vida. Basado en
esta idea, un poderoso movimiento popular, que
pide nada menos que un veto legal a la enseñanza
de la teoría de la descendencia, en cualquiera de sus
formas (lamarckismo, darwinismo, vitalismo), y a
toda investigación sobre ella dentro de los establecimientos
sostenidos por el Estado. Una instrucción...
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