el salario del pecado
Leon Morris
Prologo
Introducción
Capítulo 1: El Enemigo
Capítulo 2: El Imperio del Enemigo
Capítulo 3: El Enemigo En La Batalla
Capítulo 4: La Derrota Del Enemigo
Conclusión
PROLOGO
Si tan sólo estuviéramos atentos a las corrientes de moda no publicaríamos este libro. La muerte, hoy, no es tema grato en los ambientes filosóficos y literarios.Aunque, como escribiera Salvador Pániker, “el hombre es, de entre todas las criaturas, el único que sabe que va a morir”, y de ahí que sea “el único que existe”, porque “existir implica autenticidad de no evadirse”; a pesar de ello vivimos un momento de alienación por lo que se refiere a esta importante y trascendental realidad humana.
Con certera precisión, Julián Marías ha señalado que “en losúltimos años, en el decenio de los 60, acontece un cambio tan decisivo como inexplicado: la desaparición del tema de 1a muerte en el horizonte intelectual europeo. (En Hispanoamérica las cosas son parecidas; en los Estados Unidos no había acabado de penetrar, por motivos filosóficos, y más aún por el puesto que la muerte ocupa en la sociedad americana...) La filosofía más pública y notoria, laque parece gozar de vigencia, la que podemos llamar “filosofía oficial”, se ha desentendido de la cuestión de la muerte sin justificarlo.: simplemente la ha dejado caer. La literatura y el cine, también; pero esto tengo que explicarlo. ¿Cómo ‑se dirá‑, si no se hace, en la ficción del último decenio, otra cosa que amar sexualmente y morir, si está toda ella dominada por la sexualidad y laviolencia? Perdón, no se trata tanto de morir como de matar. ¿No es lo mismo, visto desde el otro lado? En modo alguno; la perspectiva de matar nada tiene que ver con la de morir; el que a consecuencia del acto en que se mata muera alguien, no quiere decir que la muerte como a tal aparezca y se manifieste. Más bien al contrario: la violencia descarta es muerte, la mecaniza, 1a reduce a un fenómenofísico, a lo sumo a un hecho biológico. La muerte personal ‑“mi” muerte, la muerte “propia”, “dei eigene Tod” de que hablaba Rilke‑ desaparece, sustituida por un proceso exterior. Cada vez más es la muerte, la muerte de cual quiera, algo que se reduce a cantidad y, correlativa mente, se despersonaliza: ¿Se comprendería de otro modo la increíble penetración de la aceptación “moral” del aborto enamplísimas capas de las sociedades de nuestro tiempo...? La muerte abstracta no es la muerte de nadie; en rigor, no es muerte: es eliminación, deshecho, quitar de en medio, “baja”, dato estadístico... ‑Naturalmente, la muerte es insoslayable, diríamos innegable; se impone a nosotros a toda hora; no es posible decir que no existe, que no “hay” muerte ‑como sucede con otras realidades‑; lo único quecabe es desvirtuarla, reducirla a otra cosa, despojarla de su carácter biográfico y personal”1.
Los últimos en hablar de la muerte fueron los existencialistas (Heidegger, Jaspers, Marcel, etc.), uno de cuyos méritos fue dar la cara al problema de la muerte, no evadirse. En efecto, el existencialismo planteó este problema como uno de los más importantes ‑si no el más importante‑ de la vida, alreconocer su presencia constante en la existencia de los hombres. La muerte no es sólo la meta de un viaje, el punto de destino; es, sobre todo, nuestro acompañante perpetuo, desde el momento que nacemos hasta la tumba. Es así, porque vivir es también morir un poco cada instante; equivale a ser consciente de que, al existir, estamos., ‑ paralelamente, muriendo con los ojos abiertos. La muertese convierte de esta manera, para los existencialistas, en una realidad operante desde el interior de nosotros mismos. El existencialismo contempló al ser humano como lanzado .en is existencia y dirigiéndose, sin poder remediarlo, a un término concebido como naufragio total (cf. Heidegger, Sein and Zeit).
No basta con decir que la muerte es “natural” y que se da en el resto de la creación...
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