El Salmo 23 En Mi Experiencia
Páginas: 5 (1002 palabras)
Publicado: 9 de febrero de 2013
EL SALMO 23 EN MI EXPERIENCIA
Por: Nilser Richard Pérez. Prof. de la Universidad Peruana Unión
Un viento helado y una lluvia torrencial iniciaban la noche. En la soledad del ambiente, lejos del calor de mi hogar, con un frio terrible y todo empapado de agua, caminaba sólo a lo largo de una autopista que parecía interminable y sin saber adónde... En esas circunstancias, ¿Dónde estaba Diospara ayudarme? ¿Le importaba lo que me estaba pasando?
Ocurrió una noche de diciembre de 1985. Tenía 19 años y estaba trabajando en la ciudad de Recuay Ancash. Recuay es una pequeña ciudad ubicada a 3,422 msnm. a la entrada del Callejón de Huaylas. Llueve mucho y hace frío durante los meses de diciembre a marzo. Colportar esos días en Recuay era un ejercicio no menos desafiante.
Ese día habíatrabajado duro desde la mañana. Ya era tarde y la noche caía abruptamente. Estaba cansado y con hambre. Pero no podía detenerme, tenía que vender algo, decía entre mí. Al día siguiente tenía que pagar la pensión y necesitaba dinero. Así que tocaba y tocaba puertas procurando la ocasión para presentar mis libros. Allí toqué una puerta más. Esta me la abrieron. Salude amablemente y pasé concautela... De pronto me adueñé de la situación. Con cortesía y entusiasmo presenté las obras.
Gracias a Dios acababa de vender algo y me puse contento. Entonces me detuve a conversar un rato con aquella familia. De repente cuando me di cuenta, el tiempo había pasado muy rápido y noté que una lluvia comenzaba a caer en la zona. ¡Yo tenía que regresar a mi cuarto en Recuay! Agradecido me despedí de todosy salí raudo. No había caminado ni 200 metros, cuando de repente la ligera lluvia se convirtió en una de grandes dimensiones. Apretujé mi maletín de libros lo más que pude hacia mi cuerpo para que no se mojaran y continué resuelto la retirada.
Mi alegría no duró mucho cuando al preguntar sobre la línea de servicio público que iba hacia donde yo vivía, un transeúnte me contestó: “Joven, elcarro que esperas no pasa más a esta hora de la noche” me lo dije sosegadamente.
“¿Cómo?” contesté sorprendido. “Así es, no hay más carros a esta hora” me lo repitió. Estaba frente a un serio problema. Eran como las 9:30 de la noche. No tenía forma de volver a mi cuarto. “¿Y ahora qué hago? Dije ¿Cómo regreso a mi cuarto? ¿Dónde paso la noche aquí?” Muchas preguntas llenaban mi mente de ansiedadpues no tenía respuestas.
Seguí caminando y caminando a lo largo de esa lluviosa y congelante autopista. Vez tras vez levantaba las manos a los vehículos que pasaban veloces por si alguien quisiera llevarme, pero nada. Hacía señales y suplicaba como implorando. Mas el paso frenético de esas máquinas sólo me arrojaban un viento helado y grandes salpicones de agua. En cierto momento, ya queríagritar por auxilio pero ¿a quién le importaría? ¿A quién pedirle ayuda en esa hora? ¿A dónde podía ir? ¿Qué hacer?
Pronto me di cuenta que no me quedaban opciones y comencé a llorar desesperado... En esa inusitada fría e inhóspita noche, me acordé del Salmo 23. Cuando niño, papá me lo había enseñado con un chicote en la mano. Allí me recordé. Recité todo el Salmo… y le reclamé a Dios. Ahora yoquería probar que eso era cierto en mi propia vida. ¿Sería el Salmo 23 una realidad para mí? ¿O serían solo palabras bonitas de un antiguo escritor hebreo?
Afligido aún seguí caminado. De repente llegué al portón principal de una mina. Supliqué al garitero y me abrió su puerta. En buena hora me permitió ingresar porque allí encontré calefacción. Esto ya era un gran alivio para mí que estabatemblando. Sin embargo, una vez más el hombre de seguridad me confirmó que a esa hora nadie más usaba el servicio público.
¿Me quedaría allí a pasar la noche? Esa hora continué desafiando a Dios que cumpliera su promesa conmigo. “Jehová es mi pastor nada me faltará” Pero a mí me estaba faltando todo… Le supliqué a Dios que de algún modo pudiese volver a mi casa.
Allí esperé. Los minutos pasaron… De...
Por: Nilser Richard Pérez. Prof. de la Universidad Peruana Unión
Un viento helado y una lluvia torrencial iniciaban la noche. En la soledad del ambiente, lejos del calor de mi hogar, con un frio terrible y todo empapado de agua, caminaba sólo a lo largo de una autopista que parecía interminable y sin saber adónde... En esas circunstancias, ¿Dónde estaba Diospara ayudarme? ¿Le importaba lo que me estaba pasando?
Ocurrió una noche de diciembre de 1985. Tenía 19 años y estaba trabajando en la ciudad de Recuay Ancash. Recuay es una pequeña ciudad ubicada a 3,422 msnm. a la entrada del Callejón de Huaylas. Llueve mucho y hace frío durante los meses de diciembre a marzo. Colportar esos días en Recuay era un ejercicio no menos desafiante.
Ese día habíatrabajado duro desde la mañana. Ya era tarde y la noche caía abruptamente. Estaba cansado y con hambre. Pero no podía detenerme, tenía que vender algo, decía entre mí. Al día siguiente tenía que pagar la pensión y necesitaba dinero. Así que tocaba y tocaba puertas procurando la ocasión para presentar mis libros. Allí toqué una puerta más. Esta me la abrieron. Salude amablemente y pasé concautela... De pronto me adueñé de la situación. Con cortesía y entusiasmo presenté las obras.
Gracias a Dios acababa de vender algo y me puse contento. Entonces me detuve a conversar un rato con aquella familia. De repente cuando me di cuenta, el tiempo había pasado muy rápido y noté que una lluvia comenzaba a caer en la zona. ¡Yo tenía que regresar a mi cuarto en Recuay! Agradecido me despedí de todosy salí raudo. No había caminado ni 200 metros, cuando de repente la ligera lluvia se convirtió en una de grandes dimensiones. Apretujé mi maletín de libros lo más que pude hacia mi cuerpo para que no se mojaran y continué resuelto la retirada.
Mi alegría no duró mucho cuando al preguntar sobre la línea de servicio público que iba hacia donde yo vivía, un transeúnte me contestó: “Joven, elcarro que esperas no pasa más a esta hora de la noche” me lo dije sosegadamente.
“¿Cómo?” contesté sorprendido. “Así es, no hay más carros a esta hora” me lo repitió. Estaba frente a un serio problema. Eran como las 9:30 de la noche. No tenía forma de volver a mi cuarto. “¿Y ahora qué hago? Dije ¿Cómo regreso a mi cuarto? ¿Dónde paso la noche aquí?” Muchas preguntas llenaban mi mente de ansiedadpues no tenía respuestas.
Seguí caminando y caminando a lo largo de esa lluviosa y congelante autopista. Vez tras vez levantaba las manos a los vehículos que pasaban veloces por si alguien quisiera llevarme, pero nada. Hacía señales y suplicaba como implorando. Mas el paso frenético de esas máquinas sólo me arrojaban un viento helado y grandes salpicones de agua. En cierto momento, ya queríagritar por auxilio pero ¿a quién le importaría? ¿A quién pedirle ayuda en esa hora? ¿A dónde podía ir? ¿Qué hacer?
Pronto me di cuenta que no me quedaban opciones y comencé a llorar desesperado... En esa inusitada fría e inhóspita noche, me acordé del Salmo 23. Cuando niño, papá me lo había enseñado con un chicote en la mano. Allí me recordé. Recité todo el Salmo… y le reclamé a Dios. Ahora yoquería probar que eso era cierto en mi propia vida. ¿Sería el Salmo 23 una realidad para mí? ¿O serían solo palabras bonitas de un antiguo escritor hebreo?
Afligido aún seguí caminado. De repente llegué al portón principal de una mina. Supliqué al garitero y me abrió su puerta. En buena hora me permitió ingresar porque allí encontré calefacción. Esto ya era un gran alivio para mí que estabatemblando. Sin embargo, una vez más el hombre de seguridad me confirmó que a esa hora nadie más usaba el servicio público.
¿Me quedaría allí a pasar la noche? Esa hora continué desafiando a Dios que cumpliera su promesa conmigo. “Jehová es mi pastor nada me faltará” Pero a mí me estaba faltando todo… Le supliqué a Dios que de algún modo pudiese volver a mi casa.
Allí esperé. Los minutos pasaron… De...
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