El Señor De Las Moscas
[…]
-¿Dónde está el hombre del megáfono?
El chico rubio negó conla cabeza.
-Esto es una isla. O, al menos, eso creo. Aquello es un arrecife en medio del mar. Quizá no haya personas mayores en ninguna parte.
El chico gordo parecía asustado.
-Estabaaquel piloto. Pero ya no iba en la cabina de pasajeros, sino delante de todo.
El muchacho rubio miraba hacia el arrecife, con los ojos entornados.
-Todos los demás chicos…-continuaba elgordito-. Alguno debe haberse salvado. Se habrá salvado alguno, ¿no?
[…]
Ralph (el muchacho rubio) recuperó el aliento y sopló otra vez, produciendo unos cuantos estallidos cortos.
-¡Allí hay uno!–exclamó Piggy (el niño gordito).
Un niño apareció entre las palmeras, a unos cien metros de donde estaban. Tenía unos seis años, más o menos; era fuerte y rubio; tenía la ropa desgarrada y la carallena de manchas de fruta. Se había bajado los pantalones por una razón obvia y los llevaba a medio subir. Mientras tanto, Ralph continuó haciendo sonar la caracola, hasta que llegaron unas voces delbosque. El pequeño, en cuclillas ante Ralph, alzó la cabeza hacia él, con una mirada brillante. Cuando comprendió que algo serio se preparaba, se quedó tranquilo y se metió el único dedo que le quedabalimpio. Un pulgar rosado, en la boca.
Piggy se inclinó hacia él.
-¿Cómo te llamas?
-Johnny.
Piggy murmuró el nombre para sí y luego se lo gritó a Ralph, que no le prestó atención,porque seguía soplando. Tenía el rostro oscuro por el violento placer de provocar aquel ruido impresionante y el corazón le sacudía la camisa apretada. Los gritos del bosque se aproximaban....
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