El Secreto De Lo Prohibido Erotica

Páginas: 100 (24908 palabras) Publicado: 24 de septiembre de 2015
El secreto de lo prohibido
Maribel Pont

© Maribel Pont 2013
Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción total o parcial de
esta obra por cualquier medio o procedimiento.

A todas las mujeres, y por qué no, a sus maridos…
Maribel Pont

Capítulo 1:
Todas lo habían hecho. Excepto yo. Y ya estaba harta de las burlas de las
chicas. Estaba harta de que me llamaran sosa, yconservadora. Yo era una mujer de
costumbres, y si llevaba a menudo blusas de cuello alto y chaquetas de lana, era porque
odiaba el invierno. Mi marido ya sabía lo que escondía bajo las capas de ropa. Y
nunca se había quejado. Pero ellas seguían creyendo que me haría falta, porque ellas ya
lo habían hecho. Y entonces fue, cuando sin venir a cuento me lo regalaron entre todas.
Al principio me sentí ofendida,¿acaso creían que era algo imprescindible en mi vida?
¿Cómo podían ellas opinar sobre mi vida íntima? Tuve que esbozar una sonrisa, y
simular que estaba encantada con mi regalo. Ellas me miraban con caras divertidas, y
Silvia tuvo que decir la última palabra:
—Ya nos contarás qué tal…
He de admitir que lo hice ya por curiosidad y, para que cuando todas hablaran
de él pudiera dar mi humildeopinión.
Alfredo llegó a casa cuando estaba a punto de empezar. Nadie diría que hacía
tres días que no dormíamos juntos, quizás ya nos habíamos acostumbrado a los
constantes viajes a causa de su trabajo. También habíamos pospuesto los reencuentros
para el día siguiente, ya que Alfredo cada vez regresaba más cansado.
Aquel día hicimos lo mismo que las otras veces. Preparé pescado al horno,
con salsa degambas, ajos y cebolla. Saqué del congelador una botella de Frascatti
blanco, y lo serví en las copas que sólo empleábamos cuando había algo que celebrar.
Luego nos sentamos en el sofá, me contó cómo había ido todo, me dijo lo mucho que
me había echado de menos, me dio unos cuantos besos cortos en los labios, se
disculpó y se recostó sobre uno de los almohadones para quedar dormido en cuestión
desegundos. Lo observé durante un rato mientras dormía, era un buen hombre. Era el
único hombre al que había conocido, y le quería más allá del amor, el sexo era
trascendental. Refugiada de nuevo en la tranquilidad de mi hogar volví a mi butaca
individual, y decidí explorar el ansiado regalo, y digo ansiado porque les hacía más
ilusión a mis amigas que a mí. También me pudo la curiosidad de saberpor qué lo
llamaban “El libro del que hablan todas mujeres”. Sin darme cuenta me adentré en
aquella historia que no hubiera sabido calificar. Al principio me alarmé. Luego dejé de
prestarle la importancia que le daba, y seguí leyendo como si se tratara de una simple
de novela de ciencia ficción. Alfredo seguía durmiendo con una sonrisa plácida en los
labios. ¿De verdad creían ellas queconvertiría a mi marido en un Grey? La verdad es
que el hombre no parecía estar nada mal, claro, para una veinteañera. Yo estaba a
punto de cumplir los cuarenta, y no me apetecía en absoluto cambiar la relación con mi
marido. Y vaya susto me habría dado si de pronto me hubiera atado a la cama y me

diera unos azotes. En fin, seguí leyendo porque soy incapaz de dejar un libro a medias,
pero entonces ocurrióalgo terrible. ¡Había mojado mis braguitas! Santo cielo, era
absurdo. Cerré el libro de golpe, abochornada. Entonces Alfredo ya roncaba de
costado en el sofá, lo miré como si yo estuviera haciendo algo malo, y me ruboricé.
Tampoco pude evitar imaginármelo en plan controlador y dominante. Más bien sería él
el sumiso, aunque enseguida deseché la idea cuando recordé sus problemas de espalda.
Seacabaron las sombras por ese día, dejé el libro sobre la mesita auxiliar, desperecé a
Alfredo con un suave balanceo de hombros y, le seguí hasta la cama tras sus pasos
vagos y adormilados. Me pregunté cómo habría reaccionado si yo hubiera tenido ganas
de sexo. ¿Acaso tenía yo ganas de sexo? No, el cuerpo no me lo pedía.

Capítulo 2:
Cuando desperté, Alfredo estaba pegado a mi espalda. Su barba...
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