El Shoco

EL SHOCO
* Noches de tempestad
Erase una noche de espesas tinieblas, tempestuosa y fría… Desde la tarde anterior Neptuno y Eolo habianse confabulado, descargando sobre el extenso valle del Plan de Amilpas sus iras de dioses caprichosos
Lagunas formaban las sementeras, ríos los caminos, por que los barrancos habían inundado con sus aguas, al desbordarse, la explanada en muchas lenguas a laredonda. Apena y la persistente luciérnaga de medrosa lucecilla y el canto isócrono del grillo daban a entender que se alentaba la vida en aquellos parajes solitarios, donde bramaba el viento con gemidos de hidrofobia
A lo lejos, allá en la ranchería, canes famélicos lanzaban sus lúgubres aullidos como tentáculos explorando los caminos de la noche, mientras en la oquedad de los peñascos, elfúnebre canto del siniestro tecolote infundía pavor en los espíritus mejor templados, secundado por la espantosa algarabía de los sapos en las inmundas charcas. ¡Todo parecía pronóstico de sucesos insospechados en aquellas tierras del sur, emporio de riqueza para los hacenderos y encomenderos españoles…!
* Micaela Pacta con el diablo
Pero si todos los elementos en cataclismo impiadoso azotaban pordoquiera los valles y colinas, esto no era impedimento para que una mujer de belleza singular, voluntariosa y atrevida, despreciando los peligros, fuese por las veredas en impetuoso avance rumbo al Poniente, cayendo y levantando allá, pero manteniendo esa audacia increíble pero cierta de nuestras mujeres criollas.
La mujer de arrestos varoniles, cual una de las furias mitológicas, dando a losvientos su abundante cabellera, tenia prisa por llegar a Yautepec aquella noche, para gozar de un baile que los admiradores y galanes deban a una de sus mejores amigas. El fandango ofrecía primores en mezcolanza de arpas y tecuines, libertinaje de lujuria y embriaguez. Su carne morena, esperaba encontrar en la fiesta los brazos de su amante, un mentado valentón de negra historia, pero que en más deuna ocasión había tenido en raya a los dragones del rey.
Cuando la mujer iba a dar vuelta a una curva del camino, el relincho de un caballo que paraba en seco su desenfrenada carrera, la puso en frente de una aparición fantástica. No se amilano la intrépida viandante, pues que reuniendo todo su valor y notando a la fuerte luz de un relámpago la silueta de un vigoroso charro de plateada botonaduray ojos fosforescentes, sin esperar mas a él se dirigió con ademan resuelto y en lugar de preguntarle sobre sus deseos, se concreto a pedirle un cigarrillo y una lumbre. Ofrecióle amabas cosas el jinete, alargándole un puro del mejor tabaco que encendiera en los propios del caballo, ojos que cual fanal reflejaban su siniestra luz alumbrando el camino.
Insinuante, galanteador e impetuoso mostroscon ella el charro aquel, logrando hacerla subir a la grupa del caballo y llevarla hasta una cueva misteriosamente alumbrada, donde permaneció hasta el amanecer, cuando el alba con sus tintas de ópalo y grana, en el Oriente ponía el risueño despertar de la naturaleza. Era la hora en que los peones, esclavos del “amo”, llegaban a las haciendas cercanas para iniciar los trabajos
* El Shoco nacecon dientes
Corrieron veloces los meses del año en que la serpiente disfrazada de hermoso caballero tentó otra vez a la mujer del paraíso. Micaela, que así se llamaba la protagonista de este relato, se sintió madre y cuando a la media noche del treinta y uno de diciembre sonaba en el inmenso reloj del tiempo, dio a luz la robusta mujer a un niño que salió del vientre materno sin intervención decomadres ni parteras, como si al venir al mundo hubiera querido mostrar un poder y voluntad nada comunes en un recién nacido.
Espantadas se quedaron las vecinas del risueño Cuahuista, la primera vez que al niño vieron: dos manchas rojizas sobre las sienes, un lunar de abundante pelo, como un brochazo de fuego sobre la espalda y los ojos eran verdaderos carbones encendidos que brillaban...