El Solitario
“Esa mañana temprano el grupo de pedaleantes se juntó en el monumento como habían acordado. Entre risas y besos se saludaron dispuestos a emprender lamarcha.
Pocos habían notado su presencia. Él, reservado, silencioso, discreto en su vestir y en su andar, no emitió palabra y comenzó a rodar detrás de todos.
Yo sí lo noté, yrespetando su silencio me fui acercando de a poco.
Los cicloturistas somos cálidos compañeros de ruta, amistosos, buenos anfitriones. Conocemos el pensamiento firme derodar a solas o con otros. Disfrutamos de sentir el viento en nuestro rostro, el sol ardiente de verano o las gotas que brotan del cielo como cascada. Y mientras pedaleamos,solemos compartir palabras, historias y experiencias de viajes anteriores, charlas que se tornan profundas a lo largo del camino.
Cuando estuve a la par, le pregunté sunombre y me presenté. No conversamos demasiado, pues el recorrido se tornó duro cuando comenzaron las lomas, y había que tomar aire para recuperarse.
Después de varioskilómetros, llegamos a un llano, un camino firme, rodable, donde las piernas se aflojan y nos volvemos a acomodar arriba de la bici.
Fue ahí cuando lo busqué con la mirada,entre el grupo disperso que comenzaba a alinearse otra vez. Pero no lo vi. Di la vuelta, tal vez algún inconveniente técnico detuvo su marcha, pensé. Pero no estaba.
No sébien en qué momento del viaje pudo haberse desviado. No había otros caminos y no pudo regresar sin que yo lo hubiese visto.
Me gusta pensar que es el espíritu de un ciclistasolitario, un fantasma sin destino que continua pedalenando entre nosotros.
Él, reservado, silencioso, discreto en su andar, va rodando detrás de todos…”
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