el sueño de polifio
Iniciación a la vía de Eros
05/11/2011 por elperpetrador
¡Ay de mí, que de repente comencé a sentir que tenía en las entrañas la dulce quemadurade una llama que se difundía exuberantemente y se propagaba como la hidra de Lerna y me llenaba del fuego del amor y se me velaban los ojos! Y sin pausa se abrió mi pecho encendido y la arrastró haciasí, más tenaz y mordazmente que los serpeantes tentáculos del pulpo y que el tifón que sobrbe el agua. Y el prcioso amor y la divina efigie imborrable de Polia, con sus nobles, castas y dulcísimascondiciones, se introdujeron en el sujeto preparado y amorosamente dispuestos, donde permanecieron dominando eternamente. Y aquella imagen celeste, indeleble y preciosa, quedó impresa firmísimamente, yen mí, como en paja seca, ardió con súbito y violento fuego como la llama de una antorcha encendida, no permaneciendo ni una partícula de cabello en la que no penetrara la amorosa llama. Y casi mepareció que me metamorfoseaba, con gran vacilación y lamente de la inteligencia al no poder comprendnerlo sino por comparación con lo que ocurrió a Hermafrodito y Salmacia cuando se abrazaban en la viva yfresca fuente y vieron que se transformaban en una sola persona con dos sexos; y me sentí ni más ni menos que como la infeliz Biblis cuando sentía que sus lágrimas la convertían en la fuente de lasninfas náyades. Así, permaneciendo en las dulcísimas llamas más muerto que vivo y casi sin pulso y cuando, en la suprema dulzura, daba libre curso a mi espíritu para que me abandonara, pensando que mehabía invadido la epilepsia estando de rodillas, de repente la piadosísima Diosa, dejando la concha, tomó agua salada en el hueco de sus manos, cerrando los largos dedos, y nos roció divinamente,mojándonos, no como la indignada Diana al infortunado cazador al que convirtió en bestia para que le destrozaran los perros, sino todo lo contrario, volviéndome grato y amable a las ninfas.
Apenas lo...
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