El suicidio

LA FILOSOFÍA Y EL SUICIDIO,
UN ACERCAMIENTO.

José Mendívil Macías V.
Universidad de Guanajuato

A Karla Hernández,
que está con nosotros.
A Gabriel Gómez,
que ya no.

Abordaré el tema del suicidio en relación con la filosofía desde dos puntos de vista: el del tratamiento histórico del problema, y el de las características que le impone la sociedad, el individuo y el pensamientoactuales. Habría que aclarar, en primer lugar, que para algunos filósofos, como Albert Camus, la cuestión del porqué continuamos viviendo, o por decirlo de otra manera, el del sentido de la vida, es el asunto más urgente y serio que podamos abordar, puesto que comprender la vida es de antemano interpretarla y otorgarle un sentido.
Suicidarse es, en cierto modo, un acto de confesión: “confesarque se ha sido sobrepasado por la vida o que no se la comprende”,[1] pero además de la cuestión acerca de si la vida tiene sentido o es absurda, puesto que ambas cosas pueden ocurrir, me interesa mostrar que existe un problema ético: el de si debemos procurar evitarlo y/o respetarlo, en qué medida y en qué casos hacerlo.
El suicidio, al igual que la eutanasia, puede ser abordado como unproblema abstracto o desde un determinado aspecto, sin embargo tiene múltiples aristas, tal vez tantas como el problema de la libertad o el de la responsabilidad. Los valores fundamentales de nuestra sociedad son la libertad y la vida, sin embargo en este caso ambos valores supremos colisionan y parecen contradecirse, puesto que el problema que surge es el de si somos realmente libres para dejar devivir o seguir viviendo, el de nuestra responsabilidad individual y social frente a este hecho. Como cualquier problema relacionado con la libertad, admite grados de madurez y de responsabilidad; por esta razón, por ejemplo, es distinto el juicio acerca del suicidio en la niñez y la adolescencia que en la madurez o la vejez -donde se admite en mayor grado-, y por supuesto, en la enfermedad. No puedeverse, por tanto, ajeno a la circunstancia concreta ni valorarse de manera uniforme. Aquí por ejemplo, no abordaré el caso particular del suicida terrorista, ni del chantajeador. De todas formas, sabemos que el suicidio es un acto que debemos evitar en lo posible, puesto que es un hecho irreversible y, por tanto, una mala decisión es simplemente fatal. Sin embargo es un acto también digno derespeto.
En cada época se acentúan algunos de los aspectos relevantes de este problema de acuerdo con el contexto social, cultural y personal, pero en todas ellas nos vemos enfrentados a una misma alternativa existencial, de modo que podemos decir que hay un fondo común en el problema: el de la condición humana contingente y finita.
Al comenzar por un análisis acerca de la valoración delsuicidio a partir de la Grecia clásica, son notorias las conclusiones más variadas y opuestas. Cuando Aristóteles se preguntaba acerca de si la vida es digna de ser vivida, respondía positivamente basándose en una elección y en una acción voluntaria, es decir, reflexiva y deliberada: el hombre que es capaz de vivir bien y actuar bien prefiere una vida que pueda ser conducida racionalmente -esdecir, virtuosamente- y esto implicaría que es posible estar por encima de la suerte y de la fortuna, una idea que aparece en Aristóteles como básica, y además una condición para seguir viviendo, pues de lo contrario preferiríamos el suicidio en situaciones difíciles e imprevistas.
Mientras que Platón, en el diálogo Fedón, consideraba que la infracción que comete el suicida es la deadelantarse a los designios de la divinidad providente (un hombre no debía de matarse antes de que la divinidad lo creyese necesario), Aristóteles considera que más bien es una infracción en contra de la recta razón, por los argumentos ya expuestos, y como consecuencia una injusticia contra la comunidad política, por lo que justifica la sanción a los suicidas, que en Atenas consistía en enterrar la mano...