el templo de los sueños

EL TEMPLO DE LOS SUEÑOS
(Macro-serie multiautor: "Diablo", Duología: "Kabraxis", vol.2)
Mel Odom
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"The Black Road" © 2002
Traducción: Jesús María Abascal Pérez
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--¿Eres un marinero? --le preguntó la hermosa camarera.
Darrick miró hacia arriba desde el cuenco de espeso guiso de
patatas y carne sin dejar que la breve punzada de pérdida quesus
palabras provocaron le afectara.
--No --replicó, ya que no había sido marinero en meses.
La camarera era una morenaza de apenas veinte años, si es que
llegaba. Su falda negra era corta y alta, revelando bastante de sus
largas y preciosas piernas. Llevaba el cabello peinado hacia atrás,
recogido junto al cuello en una coleta.
--¿Por qué lo preguntas? --Darrick sostuvo la mirada unmomento,
y ella la apartó.
--Sólo porque tus andares de militar cuando entraste por la puerta
me recordaron a los de un marinero --dijo la camarera--. Mi padre fue
marinero. Nacido para el mar y perdido en el mar, como suele ser
común en muchos marineros.
--¿Cómo te llamas? --preguntó Darrick.
--Dahni --dijo ella, y sonrió.
--Es un placer conocerte, Dahni.
Por un instante, la camarera echó unvistazo a la mesa,
intentando encontrar algo que hacer. Pero ya había rellenado su jarra,
y su cuenco estaba más que medio lleno.
--Si necesitas algo --se ofreció--, házmelo saber.
--Lo haré.
Darrick mantuvo su sonrisa. En los meses desde que perdió su
puesto a bordo del Estrella Solitaria, había aprendido que sonreír con
amabilidad y contestar a las preguntas sin hacer ninguna acababa conlas conversaciones con más rapidez. Si la gente pensaba que estaba
intentando ser amigable, no encontraban su escasa conversación ni
amenazadora ni desafiante. Tan sólo creían que era un tarado o un
tímido, y solían dejarlo en paz. La artimaña le había evitado muchas
riñas últimamente, y la falta de peleas le había alejado de las celdas y
las multas que a menudo lo dejaban en la calle unavez más.
Inclinando la cabeza, observó brevemente a los cuatro hombres
que jugaban a los dados en la mesa contigua. Tres de ellos eran
pescadores, lo sabía por su ropa, pero el cuarto iba un poco mejor
vestido, como alguien que se había engalanado lo mejor que podía y
esperaba impresionar. Parecía alguien que había tenido mala suerte y
estaba desesperado. Aquella apariencia, Darrick losabía, era una
ilusión.
Comía con hambre, intentando no actuar como alguien que no lo
hacía desde el día anterior. O quizá el anterior. Ya no era consciente
del paso del tiempo. A pesar de las pocas comidas que había
disfrutado, siempre había conseguido suficiente dinero para bebida.
Beber era la única forma de mantenerse a distancia de los temores y
pesadillas que lo acuciaban. Casi todas lasnoches soñaba con el
acantilado de Puerto Tauruk, con que casi salvaba a Mat del abrazo
del esqueleto, del horroroso porrazo contra el acantilado que había
roto el cráneo de su camarada.
La taberna era un antro, otro de una larga cadena. Todas le
parecían iguales. Cuando acababa con su trabajo, fuera el que fuese,
hacía una comida, bebía hasta que casi no podía andar, alquilaba una
habitacióno se echaba a dormir en un establo si el dinero no era
suficiente para proporcionarle bebida y una cama apropiada.
Los clientes eran pescadores en su mayoría, hombres de rostro
anguloso con manos callosas y con cicatrices por las redes, los
ganchos, el pescado, el tiempo y los años de desilusión que calaban
hasta los huesos. Hablaban del futuro, lo cual sonaba mucho mejor
que lo que traeríala mañana siguiente, y sobre lo que harían si algún
día escaparan de la necesidad de subir a bordo de un barco todos los
días y rogarle a la Luz que fuera clemente.
Los mercaderes se sentaban entre los pescadores y los demás
ciudadanos, discutiendo sobre cargamentos y fortunas, y acerca de la
falta de protección en la zona norte del Gran Océano desde que
Westmarch mantenía su armada tan...