El Tiempo De La Multiculturalidad
EL TIEMPO DE LA MULTICULTURALIDAD
Óscar Gerardo Alvarado Vega1
Introducción.
Pensar en términos de
multiculturalidad o diversidad implica una actitud abierta y de respeto
hacia la diferencia, hacia la expresión cultural que tenga, en relación con otra, no una función
especular, sino incluso de alejamiento, en cuanto a incompatibilidad se refiere, es decir, la no
equivalencia en cuanto a valores, costumbres e idiosincrasias es inevitable, pero el respeto a esa
diferencia, más que un desencuentro, debe verse como una posibilidad más dentro del espectro
de posibilidades de las cuales es objeto la cultura en general.
Respetar y entender la diferencia implica asir una actitud en la cual se permita filtrar la
comprensión hacia ese otro que no responde a mis intereses, pero que en todo caso se construye
y reafirma desde sus patrones.
Entender la diversidad no debe ser señal de extrañamiento ante la otredad sino más bien
de aprendizaje ante un mundo de significación que tiene como punto de llegada una realidad que no es la mía, pero que posee validez y pertinencia en el cosmos de la diversidad y las culturas.
A partir de este señalamiento debe entenderse la construcción y expresión de la(s)
identidad(es) como una forma propia del devenir de la(s) sociedad(es).
Debe concebirse esta formulación de lo
multicultural
, de lo diverso como factor que
responde, no a una uniformidad, sino más bien a una heterogeneidad dentro del macrouniverso
de la sociedad.
Tales diferencias deben dar pie a la concepción de que el desarrollo mismo de los seres
humanos no implica la igualdad, sino más bien el derecho a la diferencia, sin valorar ello como
la superioridad de una sobre otra, sino más bien como la necesaria convivencia de estas, lo cual
puede traer aparejado el enriquecimiento mutuo más que la aculturación o imposición de una
sobre otra u otras.
En tiempo de globalización, de surgimiento de nuevos órdenes sociales, cuando las
diferencias entre los países ricos y los subdesarrollados se vuelven más notorias, surge la discusión en torno al lugar que posee el respeto a la autonomía, a la idiosincrasia de cada Nación,
en su relación con las demás, lo cual no deja de ser conflictivo en tanto ello remite incluso a las
diferencias internas que se construyen y reafirman a lo interno de los pueblos.
Cuando la historia de las naciones se pone sobre el tapete y se da espacio para la
discusión que reviste aquello que ha de representar encuentros y desencuentros, a partir de las
diferentes percepciones de mundo, estamos entonces ante la encrucijada que obliga a delimitar
cuál es el concepto de
multiculturalidad, de diversidad o divergencia que se maneja dentro de
un determinado entorno y momento, pero incluso quedamos a la espera de una definición mayor
y obligada: la que debe efectuarse en torno al concepto de identidad, discutido desde muchísimas
perspectivas, pero con nociones que pueden dar espacio a posiciones radicales que, lejos de
establecer “una verdad”, desorientan y alejan de la discusión primera.
Lo cierto es que nuestro punto de partida, más que buscar caer en la discusión relacionada
con el establecimiento de puntos que pueden quedar en el plano de lo especulativo, tiene como
horizonte la reflexión general de estos conceptos, suficientes para definirlos como constructos
sociales particulares con características delimitadas y propensos a ser discutidos desde cualquier
posición ideológica que, es claro, ha de llevar a conclusiones parcializadas e igualmente
discutibles.
Lo ...
Regístrate para leer el documento completo.