El tiempo del fin (libro)
“El Tiempo del Fin”
Prefacio
Milla no recordaba a su madre; había fallecido poco después de que ella naciera. Su padre, Vadim Fyodorov, era músico y no ganaba suficiente dinero para alquilar una vivienda, así que vivía en lo de un amigo, en una pensión. Cuando la nena tenía tres años, ya no pudo tenerla con él y la ingresó en la Escuela-Orfanato del extrarradio deKiev. Vadim viajaba mucho y pasaba meses sin visitar a su hija. Cuando Milla cumplió cuatro años, fue a verla. Le llevó una torta y le regaló una muñeca. Dijo que debía ir a Moscú por un trabajo y que se ausentaría un par de meses de Ucrania. No regresó hasta el año siguiente.
La nena se crió entre los cien niños de la institución, bajo el tejado de un antiguo edificio de tres pisos colorladrillo. Adentro, los cuartos eran deslucidos, de techo bajo; todo estaba desordenado. Milla usaba ropa varios talles más grande, gastada y sin botones. Solía pasar el invierno resfriada y con las manitos y los pies helados por la falta de calefacción. Al poco tiempo, sufrió una neumonía y la internaron en la Clínica Infantil Okhmadet. Quince días después, volvió al orfanato, con recomendacionesmédicas acerca de sus cuidados, recomendaciones que nunca se cumplieron.
Pocos recuerdos le quedaban de esa época. Recordaba la silla alta pintada de azul que le ponían para que alcanzara la larga mesa del comedor. Se acordaba también de que el edificio tenía enfrente un enrejado que daba a una avenida fea, triste. Allí, solía apoyar su cabecita en los barrotes y observar a la gente pasar.Conservaba la imagen de su padre yéndose en un taxi por esa calle y estaba segura de que un día lo vería volver. Cuando la descubrían en el portón, le daban un reto y la sacaban, pues los niños tenían prohibido asomarse a la calle.
Recordaba también las paredes desnudas de su habitación y un cajón lleno de juguetes viejos, entre los que estaba su muñeca. Con sus compañeras de cuarto, ocupabantres camas dobles. En una esquina de la habitación había un radiador de hierro que no funcionaba y por la noche el frío la hacía temblar. Desde la cama, observaba las telarañas del techo y pensaba que una araña iba a bajar hasta ella; esta era una de las causas de sus pesadillas infantiles. Soñaba que abría una puerta y que de pronto la envolvían telarañas. Se debatía por librarse de ellas,mientras sentía que las arañas le subían por el cuerpo y el miedo la ahogaba. Entonces, se despertaba con gemidos sofocados por las sábanas y le costaba volver a dormirse.
Un día de verano, cuando la nena tenía cinco años, Vadim Fyodorov volvió a Kiev. No le había ido mal; era clarinetista en la Orquesta Internacional Kiveh. Le presentó a Milla a su nueva pareja, una actriz ucraniana llamada YelenaKrusot. De inmediato comenzaron a llevarla de paseo, le daban regalos y pasaban tiempo con ella. Tres meses después, se casaron y se llevaron a Milla a Odessa, a una casa blanca y alta, en la calle Ecaterininskaya. No eran ricos, pero tenían un buen pasar. La ropa de caridad de la nena fue cambiada por vestidos hermosos y no le faltó afecto, atenciones o todo cuanto pudiera necesitar. La miseriadel orfanato quedó atrás y Milla se convirtió en una nena feliz.
En el barrio todos la conocían y ella saludaba a todo el mundo. Solía pasear, en invierno, bien abrigada. Con sus padres recorría el bulevar donde está la escultura del Potemkin, los tres bajaban por las escalinatas al puerto e iban hasta el faro. En el verano los visitaba Olga, la hermana mayor de su nueva madre, que vivía enRusia. Con ella iba su hijo Andrei, y junto a Milla visitaban la playa. Andrei tenía once años cuando Milla contaba con siete. Él la cuidaba y consentía sus caprichos. Juntaban caracoles en la orilla del mar, le compraba helados y le enseñó a jugar ajedrez. Una vez, le compró un collar en un puesto del malecón y para Milla fue un regalo muy especial. Quería mucho a Andrei. Parecía que su suerte...
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