el tiempo vacio de la ficcion
EL TIEMPO VACÍO DE LA FICCIÓN
LAS NOVELAS ARGENTINAS DE EDUARDO
GUTIÉRREZ Y E UGENIO CAMBACERES
Introducción
(fragmento)
[…]
Entretiempo
Es precisamente la percepción de una ausencia donde no estaba
previsto que la hubiera, los intentos de constituir la novela a partir de
una carencia, la construcción de una especie de imposibilidad fundante
del género, lo que meinteresa destacar como punto de partida. Por
eso, comencé presentando la confianza en la novela expresada por
Mitre junto con la frustración de Vicente Fidel López, así como la
defensa de la lectura de novelas realizada por Sarmiento junto con las
promesas incumplidas de su escritura hechas por esos mismos años. Al
hacerlo, quise acentuar no tanto el entusiasmo por el género –
entusiasmojuvenil, efímero–, sino más bien la dificultad de su
constitución y el efecto de vacío novelesco que, como consecuencia,
produce esa dificultad.
Esto no significa, de todos modos, que no se hayan escrito algunas
novelas en el mismo momento en el que los letrados postulan la
relación entre el género y la nación. Allí están Soledad, La novia del
hereje y Amalia, pero también Un capitán depatricios, de Juan María
Gutiérrez, y Esther y La familia de Sconner, de Miguel Cané (p), todas
escritas entre fines de la década de 1840 y fines de la década siguiente
por los letrados que estuvieron exilados durante el gobierno de Juan
Manuel de Rosas. De hecho, este grupo de ficciones novelescas
románticas se incorpora al más amplio conjunto de las llamadas
“ficciones fundacionales”latinoamericanas que Doris Sommer data
aproximadamente a mediados del siglo XIX y a través de las cuales se
ALEJANDRA LAERA El tiempo vacío de la ficción
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plasmaría la vinculación entre novela y nación. Según Sommer, en esas
ficciones fundacionales –entre las que elige Amalia como representativa
del género en el Río del Plata– la articulaciónentre novela y nación se
produce en los matrimonios heterosexuales formados por hombres y
mujeres que pertenecen a grupos coyunturalmente enfrentados
(Sommer, 1991 y 1990: 71-98).4 Desde esta perspectiva, que tiende a
considerar la narración novelesca como construcción de alegorías, esas
uniones estarían promoviendo o anunciando, a través de una “retórica
del amor”, el futuro de conciliaciónprevisto para la consolidación de las
naciones latinoamericanas: matrimonios convenientes con sexualidad
productiva, para naciones pacificadas que renegocian las jerarquías
sociales y de clase. Ahora bien: el hecho de que en la Argentina esas
“ficciones fundacionales” hayan sido escasas, de corto aliento, y hayan
resultado, contra lo esperado, estériles y discontinuas, desdice ese
carácterfundacional, tanto en lo que hace a la constitución del género
como al vínculo que este habría entablado con la construcción de la
nación. ¿Qué pueden fundar ficciones poco leídas y aun incompletas?
¿Cómo reconocer la configuración efectiva de una nacionalidad allí
donde no hay herencia ni continuidad, allí donde no se consigue iniciar
una genealogía? Por lo mismo, y a diferencia de DorisSommer, quien
lee el prólogo de Mitre a Soledad como un “manifiesto” de la “campaña
de construcción de la nación”, prefiero leer, en ese mismo prólogo y en
esa novela destinada a ser un “débil ensayo”, en palabras de su autor,
un deseo diferido: lo que no pudo ser.
Si consideramos el siglo XIX como el momento fuerte de emergencia
del género en Europa, pero también en los Estados Unidos y elBrasil,
en la Argentina la novela emerge tardíamente, lo hace después de la
etapa inicial de construcción de la nación. Basta revisar un listado de
novelas posteriores a fines de la década de 1850 para observar que los
títulos escasean; en total: unas diez novelas en la década de 1860 y
algo menos en la siguiente, con predominio de novelas breves y con
tramas endebles, de corte romántico...
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