El trabajo de 2083

Páginas: 41 (10140 palabras) Publicado: 5 de marzo de 2014
Estamos en el año 2083. A pesar del cambio climático, la erosión de la cubierta vegetal, la sequía y el avance imparable de los desiertos, la
vida en el Hemisferio Norte no ha cambiado demasiado. David, huérfano de madre, cumple con sus estudios en la teleclase y su padre trabaja en
una agencia de viajes que garantiza visitar el interior de los libros, ya que éstos han desaparecido como objetosde papel, pero se conservan en
la web. Los viajes virtuales a esas historias literarias del pasado nunca habían interesado al joven, hasta que aquel verano… Apasionante historia
de un futuro tal vez no tan lejano como pensamos, una aventura trepidante que espera ser leída.
2083 / Vicente Muñoz Puelles
Vicente Muñoz Puelles
2083
1. El fin de los libros
2. La novela perdida
3. La bibliotecade los libros ocultos
4. ¡Viaje seguro en Bibliotravel!
5. Griegos o troyanos
6. Viaje al Quijote
7. El otro David
8. La isla del amor
9. Regreso al presente
10. El libro recuperado
2083 / Vicente Muñoz Puelles
©2008, Muñoz Puelles, Vicente
©2008, Edebé
Colección: Periscopio, 29
ISBN: 9788423688555
Generado con: QualityEbook v0.35
Vicente Muñoz Puelles
2083
Sólo llegamos aentender del todo un libro cuando hemos dado los mismos pasos que dio el autor.
John Keats. Carta a John Hamilton Reynolds. 3 de mayo de 1818.
1. El fin de los libros
Pa y yo nos queríamos mucho, pero hablábamos poco, al menos desde la muerte de Ma. Era como si nuestra capacidad de comunicación
dependiese de ella, y su desaparición nos hubiera dejado sin palabras.
Aunque Pa tenía bastantes amigos,rara vez los traía a casa. En cuanto a mí, sólo tenía un gran amigo: Marc. El problema era que se había
mudado a Estados Unidos con su familia, y ya sólo hablábamos por videoconferencia. Así que pasaba la mayor parte del día entre la teleclase y
los videojuegos, sin más compañía que la de Nueve, mi perro robot. Pa y Ma me lo habían regalado con motivo de mi noveno cumpleaños. Ahora
yo teníadieciséis, y el perro seguía llamándose Nueve.
Por la mañana, Pa se levantaba muy temprano, para llegar a tiempo al trabajo. Supongo que ya debía de estar en la agencia cuando en mi
habitación sonaba la voz alegre del despertador:
—¡Buenos días, David! Son las ocho de la mañana, tu hora de levantarte.
Con frecuencia me quedaba un rato en la cama, holgazaneando con Nueve, y entonces tenía el tiempojusto de asearme y tomar un bocado
antes de que empezara la teleclase. Al mediodía, Pa comía en la agencia, y yo, en casa, habitualmente en la cocina. Pero al llegar la noche
cogíamos las bandejas con la comida recién hidratada y nos sentábamos en el salón ante la gran pantalla del telesensor, como cuando Ma vivía.
Era nuestra manera de mantener su recuerdo. Aunque nunca lo comenté con Pa,supongo que también él lo veía asÍ. Al hacer lo mismo que
hacíamos cuando Ma estaba con nosotros, nos parecía que ella no había muerto realmente, y que se había ausentado por unas
horas. Sólo que, como ya he mencionado, Pa y yo teníamos poco que decirnos. O teníamos mucho, pero habíamos perdido la costumbre.
Fue una de esas noches cuando empezó esta historia, que en realidad son varias. Nueveestaba a mis pies con los ojos cerrados, perdido
en algún sueño electrónico, y yo masticaba una hamburguesa de carne vegetal.
De pronto, en el telesensor apareció un paisaje casi lunar: una montaña reseca y desnuda, horadada por una serie de cuevas. La voz del
locutor era neutra e impersonal, con un timbre metálico.
—Miembros del Servicio Arqueológico —dijo— han encontrado, en el interior de unacueva, un depósito de libros de papel, en excelente
estado de conservación. Casi todos datan de principios de este siglo, pero algunos son anteriores. El hallazgo es importante para los
historiadores, que ahora tienen ante sí la tarea de catalogarlos y comprobar si hay ejemplares de los mismos en los vastos almacenes de la
Docuteca Nacional. Recordemos que los primeros libros se copiaban a...
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