El Tren
Como quisiera buscarte, y decirte frente a frente que lo sé, que lo sé todo… que eres para mi… y que yo soy para ti. Pero, como me gustaría que no pensaras en esto como el producto de la “irracionalidad de la razón”… si no como el producto de un hechizo, de un: “encantamiento mágico”… me encantaría que por un momento pensaras igual que yo, que me dijeras que sí, que puede ser verdad…Por ahora, tomaré nuevamente aquel viejo y oxidado tren. Aquel que nunca se detiene, aquel que viaja a cualquier lugar, aquel que no tiene rutas ni destinos, más que aquellos que le dicta mi corazón…
Comienza el viaje. Miro a mí alrededor y encuentro los mismos acompañantes de siempre: sillas, mesas y ventanas. Me encuentro completamente solo. El sol esta muy alto aun en el cielo y el paisaje meinvita a acercarme a la ventana para poder apreciarlo. Es hermoso. El azul del cielo se hace entre las montañas y los árboles parecen alineados para darme la bienvenida. Uno tras otro a medida que el tren avanza, van dejando un enorme ejercito de colores marrón y verde, adornados por los destellos dorados de aquellas hojas que por el tiempo han perdido su vitalidad y están ahora secas. Cierro misojos y sin darme cuenta me trasporto a otro mundo, y ahora me encuentro pensando en ti…
“Cuanto daría por tenerte aquí a mi lado…, seguramente ya estarías recostada sobre mi hombro, vencida por aquel cansancio perpetuo, aquel que te lleva casi sin darte tregua alguna a reposarte donde puedas… Tu hermoso pelo rubio, delgado, lacio y brillante, estaría coqueteándole a mi nariz, haciéndome suspirarsu increíblemente afrodisíaco y sensual aroma, cerrando mis ojos y dejando escapar una sonrisa, resultado de darme cuenta que esa personita que esta a mi lado, eres tu.”
Un pequeño daño en la vía hace saltar el tren y vuelvo a la realidad. Aun me encuentro solo, chasqueo mis dientes en señal de furia al haberme despertado de aquel fantástico pensamiento. Miro nuevamente el reloj y han pasado casiya 2 horas. El sol ha comenzado a ponerse. La oscuridad y el frío que logro sentir ya casi llegando a mis huesos, me convidan a ponerme mi abrigo y salir a fumarme un cigarrillo. Ese pequeño cilindro me ha acompañado en cada viaje que he emprendido. Soy consciente del daño que me hace, pero ha hecho de mi espera por ti algo apenas tolerable, y bueno, hay que darle un poco de crédito por eso.
Laluna me saluda con un brillo magnifico. Esta hermosa. Le digo al oído: “te ves divina esta noche” la miro y ella, coqueta como siempre, me lanza un beso en la mejilla en señal de agradecimiento. Enciendo mi cigarrillo y luego de lanzar el fósforo en las vías, comienzo a descifrar el oscuro paisaje que ahora me rodea. El sonido de los rieles es casi orquéstico. Todo encaja perfectamente para que labrisa, el tren y las hojas de los árboles, le den a este momento un matiz de misterio, de gloria, de soledad, pero también de encuentro, de tranquilidad y de poesía. …
“musa de mis ojos, de mis sueños…. Cuanto daría simplemente por tocar tus manos, por sentir el tibio aliento de tu boca acercándose lentamente para volverme un ente, un esclavo de ti, un esclavo de tus besos. Estos viajes son cadavez más largos y extenuantes, pero saber que en alguna estación está la posibilidad de verte esperándome con los brazos abiertos, hace que todo valga la pena, y que logre encontrarle sentido hasta al más insignificante sonido, porque pensando en ti, todo es sinfonía, todo es amor, y todo es magia…”
El tren se detiene bruscamente despertándome de inmediato. Llegamos entonces a una estación alparecer abandonada. Veo a lo lejos una pequeña carpa donde reposan una cafetera y algunos panecillos que nadie resguarda. El chofer me invita a bajar para tomar un café mientras el descansa y come un bocado. Está ya muy oscuro. Algunos lamparones viejos alcanzan a guiarme por etapas hasta llegar a unas sillas de madera de roble. Me siento, recuesto mi espalda, cierro los ojos y nuevamente, empiezo...
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