El trueno entre las hojas

Páginas: 43 (10605 palabras) Publicado: 6 de abril de 2011
EL TRUENO ENTRE LAS HOJAS

Augusto Roa Bastos

EL INGENIO se hallaba cerrado por limpieza y reparaciones después de la zafra. Un tufo de horno henchía la pesada y eléctrica noche de diciembre. Todo estaba quieto y parado junto al río. No se oían las aguas ni el follaje. La amenaza de mal tiempo había puesto tensa la atmósfera como el hueco negro de una campana en la que el silencio parecíafreírse con susurros ahogados y secretas resquebrajaduras.
En eso surgió de las barrancas la música del acordeón. Era una melodía ubicua, deshilachada. Se interrumpía y volvía a empezar en un sitio distinto, a lo largo de la caja acústica del río. Sonaba nostálgica y fantasmal.
—¿Y eso qué es? —preguntó un forastero.
—El cordión de Solano—informó un viejo.
—¿Quién?
—Solano Rojas, el paserociego.
—Pero, ¿no dicen que murió?
—Él sí. Pero el que toca agora e' su la'sánima.
—¡Aicheyarangá, Solano! —murmuró una vieja persignándose.
La mole de la fábrica flotaba inmóvil en la oscuridad. Un perro ladró a lo lejos, como si ladrara bajo tierra. Dos o tres críos desnudos se revolvieron en los regazos de sus madres, junto al fuego. Uno de ellos empezó a gimotear asustado, quedamente.—Callate, m'hijo. Escuchá a Solano. E'tá solito en el Paso.
El contrapunto de un guaimingüé que rompió con su tañido la quietud del monte, volvió aún más fantasmal la melodía. El acordeón sonaba ahora con un lamento distante y enlutado.
—Así suena cuando no hay luna—dijo el viejo encendiendo su cigarro en un tizón en el que se quemaba un poco de noche.
—La debe andar buscando todavía.
—¡Pobre Solano!Cuando se apagó el murmullo de las voces, se pudo notar que el acordeón fantasma no sonaba ya en la garganta del río. Sólo la campana forestal siguió tañendo por un rato, a distancia imprecisable. Después también el pájaro calló. Los últimos ecos resbalaron sobre el río. Y el silencio volvió a ser tenso, pesado, oscuro.
Los primeros relámpagos se encendían hacia el poniente, por detrás de laselva. Eran como fugaces párpados de piel amarilla que subían y bajaban súbitamente sobre el ojo inmenso de la tiniebla.
El acordeón no volvió a sonar esa noche en el Paso.
En ese recodo del Tebikuary vivió sus últimos años Solano Rojas, el cabecilla de la huelga, después de volver ciego de la cárcel.
Probablemente él mismo a su regreso le dio al sitio el nombre con el que se le conoce ahora: PasoYasy-Mörötï. Las barrancas calizas y el banco de arena sobre el agua verde, forman allí en efecto una media luna color de hueso que resplandece espectralmente en las noches de sequía.
Pero tal vez el nombre de Paso haya surgido menos de su forma que de cierta obstinada imagen pegada a la memoria del pasero.
Vivía en la barranca boscosa que remata en el arenal. Aún se pueden ver los restos de surancho devorado por el monte, sobre aquella pequeña ensenada. Es un remanso quieto y profundo. Ahí guardaba su balsa.
No era difícil adivinar por qué había elegido ese sitio. Enfrente, sobre la barranca opuesta estaban las ruinas carbonizadas de la Ogaguasú en la que había terminado el funesto dominio de Harry Way, el fabricante yanqui que continuó y perfeccionó el régimen de opresiva expoliaciónfundado por Simón Bonavi, el comerciante judío-español de Asunción.
Es cierto que Solano Rojas ya no podía ver las ruinas ni el nuevo ingenio levantado en el mismo emplazamiento del anterior. Pero él debió contentarse seguramente con tenerlos delante, con sentirlos en el muerto pellejo de sus ojos y recordarles todos los días su presencia acusadora y apacible.
Se apostó allí y dio a suvigilancia una forma servicial: su trabajo de pasero, que era poco menos que gratuito y filantrópico, pues nunca aceptó que le pagaran en dinero. Sólo recibía el poco de tabaco o de bastimento que sus ocasionales pasajeros querían darle. Y a las mujeres y los niños que venían desde remotos parajes del Guairá, los pasaba de balde ida y vuelta. Durante el trayecto les hablaba, especialmente a los...
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