El ultimo deseo, novela literaria

Páginas: 382 (95288 palabras) Publicado: 6 de febrero de 2016
Geralt de Rivia, brujo y mutante
sobrehumano, se gana la vida como
cazador de monstruos en una tierra
de magia y maravilla: con sus dos
espadas al hombro —la de acero
para hombres, y la de plata para
bestias— da cuenta de estriges,
mantícoras,
grifos,
vampiros,
quimeras y lobisomes, pero sólo
cuando amenazan la paz. Irónico,
cínico, descreído y siempre errante,
sus pasos le llevan de pueblo enpueblo ofreciendo sus servicios,
hallando las más de las veces que
los
auténticos
monstruos
se
esconden bajo rostros humanos. En

su camino sorteará intrigas, elegirá
el mal menor, debatirá cuestiones de
precio, hollará el confín del mundo y
realizará su último deseo: así
comienzan las aventuras del brujo
Geralt de Rivia.

Andrzej Sapkowski

El último deseo
Geralt de Rivia Libro I
ePub r1.9libra 27.11.2014

Título original: Ostatnie życzenie
Andrzej Sapkowski, 1993
Traducción: José María Faraldo
Editor digital: libra
Primer editor: ikero
Corrección de erratas: Tizón, TaliZorah,
Gearmo, Kyrylys, rosmar71, 2aven, luvica
ePub base r1.2

La voz de la razón 1
Vino a él al romper el alba.
Entró con mucho cuidado, sin decir
nada,
caminando
silenciosamente,
deslizándose por la habitacióncomo un
espectro, como una visión, el único
sonido
que
acompañaba
sus
movimientos lo producía el albornoz al
rozar la piel desnuda. Y sin embargo,
justo este sonido tan débil, casi
inaudible, despertó al brujo. O puede
que sólo le sacara de una duermevela en
la que se acunaba monótono, como si
estuviera
en
las
profundidades
insondables, colgando entre el fondo y

la superficie de un mar en calma,entre
masas de sargazos ligeramente movidos
por las olas.
No se movió, no pestañeó siquiera.
La chica se acercó, se quitó el albornoz
despacito, vacilando apoyó la rodilla
doblada en el borde de la cama. Él la
observó por debajo de las pestañas casi
cerradas, fingiendo que aún dormía. La
muchacha se subió con cuidado al lecho,
encima de él, apretándole entre sus
muslos. Apoyada en los brazosabiertos
le rozó ligeramente el rostro con unos
cabellos que olían a manzanilla.
Decidida y como impaciente, se inclinó,
tocó con la punta de sus pechos sus
párpados, sus mejillas, su boca. Él se

sonrió, asiéndola por los hombros con
un movimiento muy lento, muy
cuidadoso, muy delicado. Ella se irguió,
huyendo de sus dedos, resplandeciente,
iluminada, difuminado su brillo en la
claridad nebulosadel amanecer. Él se
movió, manteniendo la presión de ambas
manos le impedía suavemente cambiar
de posición. Pero ella, con movimientos
de caderas muy decididos, le exigió
respuesta.
Él respondió. Ella cesó de intentar
escaparse de sus manos, echó la cabeza
hacia atrás, dejó caer sus cabellos. Su
piel estaba fría y era sorprendentemente
lisa. Los ojos que contempló cuando
acercó el rostro a surostro eran grandes

y oscuros como los ojos de una ninfa. El
balanceo le sumergió en un mar de
manzanilla que le agitaba y le
murmuraba, embargándole de paz.

El brujo
I
Después dijeron que aquel hombre
había venido desde el norte por la
Puerta de los Cordeleros. Entró a pie,
llevando de las riendas a su caballo. Era
por la tarde y los tenderetes de los
cordeleros y de los talabarteros estaban
yacerrados y la callejuela se encontraba
vacía. La tarde era calurosa pero aquel
hombre traía un capote negro sobre los
hombros. Llamaba la atención.
Se detuvo ante la venta del Viejo
Narakort, se mantuvo de pie un instante,

escuchó el rumor de las voces. La venta,
como de costumbre a aquella hora,
estaba llena de gente.
El desconocido no entró en el Viejo
Narakort. Condujo el caballo másadelante, hacia el final de la calle. Allí
había otra taberna, más pequeña,
llamada El Zorro. Estaba casi vacía.
Aquella taberna no gozaba de la mejor
fama.
El ventero sacó la cabeza de un
cuenco con pepinillos en vinagre y
dirigió su mirada hacia el huésped. El
extraño, todavía con el capote puesto,
estaba de pie frente al mostrador, rígido,
inmóvil, en silencio.
—¿Qué va a ser?

—Cerveza —dijo el...
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