EL ULTIMO ORGASMO
I La marcada tendencia al hedonismo de las sociedades de consumo ha llevado a la estúpida exaltación de la juventud y al consecuente menosprecio de la vejez,juventud: falso sinónimo de subversión, ingenuidad y belleza: ¿alguien puede explicar el entusiasmo asesino de las juventudes hitlerianas; el fervor oscurantista de miles de adolescentes cristianoscondenando el derecho al aborto, a la tolerancia, a la libertad? ¿Qué debemos entender ante el auge de las bandas racistas de cabezas rapadas, ante las hordas de fanáticos pamboleros agrediendo a loshinchas de equipos rivales; ante las pandillas de porros universitarios y politécnicos asaltando autobuses, aterrorizando transeúntes, vejando mujeres indefensas? ¿Son acaso rebeldes los montones deimberbes campesinos ignorantes que se enrolan en el otrora glorioso ejército mexicano para reprimir con saña a sus iguales, también campesinos e ignorantes? La juventud está bien para los toros o loscaballos, escribió alguna vez Guillermo Fandanelli, o para los becarios del Fonca, briosos potrancos que trotan desbocados en pos de la fugaz genialidad que les confiere una magra mesada disfrazada dereconocimiento.
II La senectud no es necesariamente sabiduría y experiencia. Se engaña quien piensa que todos los viejos son sabios o, por lo menos venerables. La historia está plagada de sangrientasbiografías de ancianos emperadores, caciques y jerarcas cuya única misión en la vida parecía ser la de exterminar a quien quiera que se opusiese a su voluntad: de los mandarines chinos y los faraonesegipcios a Josef Stalin y Haile Selassie; de los sátrapas de la antigua Persia o Saddam Hussein y Pol Pot. Dictadores y jefes de Estado de todos los signos –de Fidel Castro, Idi Amín y Pinochet a Reagany Thatcher- se propusieron hacer más difícil, cuando no sabotear, la vida de sus gobernados sin que su avanzada edad les haya hecho comprender alguna vez lo injusto y arbitrario de sus decisiones....
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