El Uribe Que Conoci
La verdad es que en el encabezamientofiguran solo algunos de los epítetos que utilizó el expresidente Álvaro Uribe para reaccionar a mi columna de la semana pasada. En vez de contestar a lo que es un planteamiento intelectual y político,Uribe escogió insultar. Es la vieja táctica de agredir para no tener que responder.
El exmandatario ha sufrido una metamorfosis. Su mantra ahora es “quien no está de acuerdo en todo conmigo está contramí”. ¡Qué paradoja! Su estilo se parece cada vez más al de Chávez, su peor enemigo.
Vamos al origen del tema. Después de estudiar cuidadosamente el discurso del exmandatario ante la asamblea de ‘la U’,lleno de distorsiones y falacias sobre el actual gobierno, me convencí de que era necesario reaccionar. No por escudero, no por político, no por amigo de uno o del otro. Tocaba, porque la magnitud desus afirmaciones desbordaron la posibilidad de mantenerse en silencio.
Desde que supo de la columna, el expresidente Uribe desató una persecución implacable contra mí. Desamarró su jauría detuiteros fanáticos y a sueldo para buscar un linchamiento virtual de mi reputación. Los camisas negras del uribismo no usan palos y cuchillos, como los del fascismo del siglo pasado, sino teclados ycelulares. Ante esa ofensiva, nadie se hubiera quedado callado.
Desde hace treinta años yo he ejercido el servicio público discretamente y sin buscar reconocimientos porque tengo la terca convicción de quealgo puedo y debo hacer por ayudar a la Patria. He trabajado –de una forma u otra– con los presidentes Belisario Betancur, Alfonso López, Virgilio Barco, César Gaviria; fui gerente de la Federación...
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