el viaje al centro de la tierra
“VIAJE AL CENTRO DE LA TIERRA”
JULIO VERNE
NOMBRE:______________________________
1º___
Viaje al centro de la Tierra
Desde el principio del viaje había experimentado muchas sorpresas y
debía ya estar curado de susto, como se dice vulgarmente, y creerme al
abrigo de todas las maravillas. Sin embargo, a la vista de aquellas dos
letras que se habían grabado allí300 años atrás, quedé como embobado,
como tonto. No sólo se leía en la roca la firma del sabio alquimista, sino
que tenía en mis manos el estilete que la había trazado. Hubiera sido en
mí una insigne mala fe poner en duda la existencia del viajero y la realidad
del viaje.
¡Mientras bullían en mi cabeza estas reflexiones, el profesor Lidenbrock
se dejaba arrastrar por su entusiasmo respecto deArne Saknussemm.
-¡Oh maravilloso genio! -exclamaba-, Tú no has olvidado nada de lo que
debía abrir a otros mortales las vías de la corteza terrestre, y tus
semejantes pueden hallar las huellas que tres siglos atrás trazaron tus
pies en el fondo de estos subterráneos oscuros ¡Quisiste que otras
miradas, además de las tuyas, contemplasen estas maravillas! Tu nombre,
grabado de trecho entrecho, conduce directamente a su objeto al viajero
que es bastante denodado para seguirte, y en el centro mismo de nuestro
planeta lo encontraremos escrito por tu propia mano. ¡Yo también, yo
pondré mi firma en esta última página de granito! ¡Pero que desde ahora
este cabo, visto por ti desde el mar que tú descubriste, se llame hasta la
consumación de los siglos cabo Saknussemm!
He aquí laspalabras que pude recoger, las cuales me comunicaron el
entusiasmo que las había dictado. Un fuego interior renació en el fondo de
mi pecho. Todo lo olvidé, los peligros de la ida, y los peligros de la vuelta.
¡Quería hacer lo que otro había hecho, y nada humano me parecía
imposible!
-¡Adelante! ¡Adelante! -exclamé.
Me lanzaba ya hacia la oscura galería, cuando el profesor me detuvo, y
siendoél el hombre del frenesí y de los arrebatos, me aconsejó entonces
paciencia y sangre fría.
-Volvamos primero a buscar a Hans -dijo-, y acerquemos la almadía a este
sitio.
No de muy buena voluntad, me sometí a la de mi tío, y me deslicé
rápidamente por entre las rocas de la playa.
-¿Sabéis, tío -dije, mientras íbamos andando-, que hasta ahora las
circunstancias nos han favorecidosingularmente?
-¡Ah! ¿Lo crees así, Axel?
-Sin duda, y hasta la tempestad ha servido para volvernos al camino recto.
¡Bendita sea la tempestad! Ella nos ha traído a esta costa, de que el buen
tiempo nos había alejado. Suponed por un instante que hubiésemos tocado
con nuestra proa (¡la proa de una almadía!) las costas meridionales del mar
de Lidenbrock ¿qué hubiera sido de nosotros? El nombre deSaknussemm
no se nos hubiera aparecido, y ahora nos encontraríamos abandonados en
una playa sin salida.
-Sí, Axel hay algo de la Providencia en que, navegando hacia el sur,
hayamos llegado al norte, y precisamente al cabo Saknussemm. El hecho
es más que admirable, y hay algo que yo no me explico.
-¡Eh! ¡Qué importa! Lo que debemos procurar es no explicar los hechos,
sino aprovecharnos de ellos.-Sin duda, muchacho, pero…
-Pero, vamos a tomar de nuevo el camino del norte, a pasar bajo las
comarcas septentrionales de Europa, Suecia, Rusia, Siberia... ¿qué sé yo?
en lugar de hundirnos bajo los desiertos de África o las olas del Océano, y
no quiero saber más.
-Sí, Axel, tienes razón, y todo pinta perfectamente, pues abandonamos
este mar horizontal que a nada puede conducirnos. ¡Vamos abajar, a
bajar, siempre a bajar! ¿Sabes que para llegar al centro del globo no
tenemos que andar ya más que mil quinientas leguas?
-¡Bah! -exclamé- ¡Mil quinientas leguas! ¡No merecen si quiera que
hablemos de ellas! ¡En marcha, en marcha!
Este diálogo insensato duraba aún, cuando llegamos al lado del cazador.
Todos los aprestos estaban hechos para partir inmediatamente. No había
ni...
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