el viaje al más allá

El viento mal sacude los postigos de la antigua casona solitaria, de ganchuda nariz la propietaria sirve vinos y cena a los mendigos.

Afuera, entre los lúgubres quejigos, que evocan a una cajacineraria, una urraca insaciable es tributaria del banquete y observa a los amigos.

El plato principal, nutrido caldo, grasoso y perfumado con especias hierve sobre la lumbre del brasero y la anciana,acercándose al rescaldo, oculta con groseras peripecias dos fémures flotando en el caldero.

Al desafortunado Arnobio Perez Ossa no le gustaba algo tan típico de Colombia como el tamal. Un alimentoque consiste en una maza de arroz con carnes de pollo, cerdo y res, arveja, huevos cocidos y condimentos entre otras cosas, envuelto en unas hojas verdes, generalmente del árbol del plátano. Perez locomía porque no tenía otra cosa que comer, era lo único que le regalaba la caritativa dueña de un restaurante del centro de Bogotá. Su precariedad económica no le daba para costearse algo diferente.Aquel día encontró en las hojas verdes unas señales que parecían ser un número: 1923. Mucha gente agorera, al ver dichas cifras, corrían a comprarse la lotería con dicho número, Ossa no era de ellos,le parecía la cosa más idiota y medieval del mundo. Así que, apenas terminó el tamal, arrojó las hojas a la basura.

Al otro día, pasó accidentalmente por un puesto de lotería, cual no sería susorpresa al ver que el número 1923 era el ganador de billones. Quería arrancarse los cabellos y arrojarse bajo un bus, con tanta pobreza y él desaprovechando las oportunidades. Corrió donde la señora quele regalaba los tamales, como de costumbre, ella le regaló uno, el lo abrió con ansiedad, en la hoja encontró una nueva cifra: 6666, le pereció desagradable aquella cifra, de mal agüero, pero corrióraudo a comprar todo un billete de lotería con lo poco que ganaba como vigilante de carros y motos en la calle.
Ese martes, se levantó temprano, soñaba con ser millonario, comprarse un carro...