El Viejo Alquimista
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Coordinación Editorial: Rosa Campos de la Rosa
Primera edición, 1974
Segunda edición, 1984
Tercera edición, 1993
Cuarta edición, 2001
D.R. @ 1984, Ruy Pérez TamaYo
El Colegio Nacional
Luis González Obregón núm. 23. Centro Histórico
C. P. 06020, México, D.F.
Teléfonos 57 02 93 84' 57 89 43
30 Fax 57 02 l7 79
ISBN97&64G.16m
Impreso y hecho en México
Í)inted and mad¿ in Mexico
Correo electrónico: colnal@ internet' com.mx
Página: Ítttp: / / www-colegionacional'org.mx
ILU§TRAC¡ONTS POR EL AUTOR
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'l¿amayo
-0. ?QÁ,uy Uérez
Cuento escrito especialmente para políticos, funcionarios, periodistas,
lo
cutores, sociólogos, eco,
nomistas, industriales, profesores, estudiantes,artistas, filósofos, científicos,
humanistas, hombres, mujeres,
niños y el público en ge-
ace mucho tiempo, en una ciudad antigua y lejana, vivía un
Viejo Alquimista. Era un hombrc pct¡ueno, flaco y encorvado, con la barba y eI poco pelo que le quedaba blancos, y
siempre andaba vestido con la misma bata
larga y el gorro puntiagudo que usan todos
los sabios. Nadie sabía su edad y ya nadie se
lapreguntaba, desde una ocasión en que
dos jóvenes lo interrogaron sobre este punto y el Viejo Alquimista contestó, sonriendó:
¿cuántos años tengo?... La ver-Qrr.
dad, no lo sé exactamente. Apenas ayer,
cuando era niño, todavía existían dragones
que guardaban celosamente la entrada de
las torres donde bellas princesitas esperaban impacientes ser liberadas por jóvenes y
apuestos caballeros. Pero yodediqué todo
"...cra, 7tn hombre pequeño, flaco
y
eicorüado..."
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mi tiempo a Ia búsqueda del Pájaro Azul,
que vivía detrás del Arco lris; no lo encontré, quiá porque estaba muy lejos, y en el
camino fui perdiendo la Ingenuidad y las
Ilusiones, que son indispensables para poder verlo.. . Muchos años después, cuando
ttn¡e Ia frescura y la fuerz,a de la juventud,
Ios dragones habíandesaparecido junto
con las torres y las princesitas, por Io que
me hice üajero y me fui a correr por todo
el mundo. Dos siglos más tarde quise ser
y acumulé riquezas...
Incrédulm, lc jóvenes cambiaron una
rápida mirada y se alejaron moviendo la
poderoso
eabeza, entristecidos
por Ia incoherencia
del Viej,o Alquimista, pero aI misrro ü.*po
reafirmados en su superioridad, ya que
ambos eran perfectamentecapaces de recordar zu edad con toda precisión.
El Viejo Alquimista llenaba todos sus
días y parte de sus noches con tres ocupaciones: trabajaba en zu laboratorio, dictaba
una cátedra en el Antiguo Colegio Real, y
daba largos paseos solitarios en los bosques
vecinos a la ciudad. Me hubiera gustado
poder decir que nuestro personaje realiz.aba
estas tres actiüdades con tal exactitud que
la gentepodía poner sus re§es al verlo
pasar, pero por desgracia el Viejo Alquimista no tenía una conciencia clara de los
"...¡odcada por un pcqucño jardln c¡ donde sbmprc había flores..."
elevados valores de la disciplina y de Ia regularidad; además, creo que en aquel tiempo no había relojes.
El Viejo Alquimista vivla en r¡na casita
cercana al Antiguo Colegio Real, rodeada
por un pequeño jardín dondesiempre habla flores. En aquél pals Im inüemos eran
muy fríos y cuando nevaba todas las plantas
davla anterior al de tan augusta insütución
educativa. En cierta ocasión, unos estudiantes desocupados separaron la gn¡esa malla
de enredadera que cubría la torre, rasParon el polvo hasta desctrbrir la pared, y se
encontraron con un material blanco, Iiso y
"muyduro. Entonces corrieron lavoz de que
sehelaban, pero en el jardln del V§o
Alquimista las flores seguían tan frescas y
olorosas como en la primavera. Por eso la
gente murmuraba que eI sabio tenía poderes extraños, y durante un tiempo corrió
el rumor de que era amigo del Gigante
Egoísta. Pero como este personaje era de
otro cuento, y como, ademfu, el Viejo Alquimista no le hacía daño a nadie y sie¡npre tenía la bolsa y el corazón abiertos...
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