el viejo y el mart

Páginas: 102 (25389 palabras) Publicado: 7 de abril de 2013
 
EL VIEJO Y EL MAR
Ernest Hemingway
Título original: The Old Man and the Sea
1ª Edición: Colección "Dante Quincenal": 1989
© Producción Editorial Dante, S. A. de C. V. Calle 59 ¹ 548–7, C. P. 97000 Mérida, Yucatán,
México
Queda hecho el depósito que marca la ley.
I. S. B. N. 968–7232–05–6
Diseño de portada: Carlos Cámara Ruz, basado en fotografía de San Haskins
IMPRESO EN MEXICOPRINTED IN MÉXICO
 
Este libro fue digitalizado para su distribución gratuita y sin fines de lucro.
 
 
Era un viejo que pescaba solo en un bote en el Gulf Stream y hacía ochenta y cuatro días que no cogía un pez. En los primeros cuarenta días había tenido consigo a un muchacho. Pero después de cuarenta días sin haber pescado los padres del muchacho le habían dicho que el viejo estaba definitiva yrematadamente salado, lo cual era la peor forma de la mala suerte, y por orden de sus padres el muchacho había salido en otro bote que cogió tres buenos peces la primera semana. Entristecía al muchacho ver al viejo regresar todos los días con su bote vacío, y siempre bajaba a ayudarle a cargar los rollos de sedal o el bichero y el arpón y la vela arrollada al mástil. La vela estaba remendada consacos de harina y, arrollada, parecía una bandera en permanente derrota.
El viejo era flaco y desgarbado, con arrugas profundas en la parte posterior del cuello. Las pardas manchas del benigno cáncer de la piel que el sol produce con sus reflejos en el mar tropical estaban en sus mejillas. Esas pecas corrían por los lados de su cara hasta bastante abajo y sus manos tenían las hondas cicatricesque causa la manipulación de las cuerdas cuando sujetan los grandes peces. Pero ninguna de estas cicatrices era reciente. Eran tan viejas como las erosiones de un árido desierto.
Todo en él era viejo, salvo sus ojos; y estos tenían el color mismo del mar y eran alegres e invictos.
–Santiago –le dijo el muchacho trepando por la orilla desde donde quedaba varado el bote–. Yo podría volver con usted.Hemos hecho algún dinero.
El viejo había enseñado al muchacho a pescar y el muchacho le tenía cariño.
–No –dijo el viejo–. Tu sales en un bote que tiene buena suerte. Sigue con ellos.
–Pero recuerde que una vez llevaba ochenta y siete días sin pescar nada y luego cogimos peces grandes todos los días durante tres semanas.
–Lo recuerdo –dijo el viejo–. Y yo sé que no me dejaste porque hubiesesperdido la esperanza.
–Fue papá quien me obligó. Soy al fin chiquillo y tengo que obedecerle.
–Lo sé –dijo el viejo–. Es completamente normal.
–Papá no tiene mucha fe.
–No. Pero nosotros, sí, ¿verdad?
–Si –dijo el muchacho–. ¿Me permite brindarle una cerveza en la Terraza?
Luego llevaremos las cosas a casa.
–¿Por que no? –dijo el viejo–. Entre pescadores.
Se sentaron en la Terraza. Muchosde los pescadores se reían del viejo, pero él no se molestaba. Otros, entre los más viejos, lo miraban y se ponían tristes. Pero no lo manifestaban y se referían cortésmente a la corriente y a las hondonadas donde se habían tendido sus sedales, al continuo buen tiempo y a lo que habían visto. Los pescadores que aquel día habían tenido éxito habían llegado y habían limpiado sus agujas y lasllevaban tendidas sobre dos tablas, dos hombres tambaleándose al extremo de cada tabla, a la pescadería, donde esperaban a que el camión del hielo las llevara al mercado, a La Habana. Los que habían pescado tiburones los habían llevado a la factoría de tiburones, al otro lado de la ensenada, donde eran izados en aparejos de polea; les sacaban los hígados, les  cortaban las aletas y los desollaban ycortaban su carne en trozos para salarla.
    Cuando el viento soplaba del Este el hedor se extendía a través del puerto, procedente de la fabrica de tiburones; pero hoy no se notaba más que un débil tufo porque el viento había vuelto al Norte y luego había dejado de soplar. Era agradable estar allí, al sol en la Terraza.
–Santiago –dijo el muchacho.
–Que –dijo el viejo–. Con el vaso en la mano...
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