El Zapatero Remendon

Páginas: 7 (1704 palabras) Publicado: 22 de abril de 2015
En una callejuela estrecha, que no recibía de día más luz que la que lograba penetrar por el escaso trecho que separaba las altas y pobres casas de uno y otro lado; iluminándola de noche dos faroles que más bien parecían candilejas, pues encerrada en ellos despedía luz rojiza la torcida, anegada en aceite de mala calidad, sin lograr sus reflejos otra cosa que hacer más densas las sombras, vivíaun zapatero remendón que tenía su tenducho en un portal bajo, húmedo y oscuro. Llamábase Francisco y se le veía durante todo el día, y a veces parte de la noche, encorvado sobre los zapatos, mejores para tirados que para remendados.
Teníanle los niños mucha afición, que él les agradecía poco, pues consistía en molestarle; y al salir de la escuela, en vez de ir directamente a sus casas, tomaban porla callejuela y pasaban corriendo delante del tenducho, gritando:

 Zapatero, zapatero,
 echa suela en el puchero;
 zapatero remendón,
 te has comido un gran ratón.

Francisco procuraba dominarse y no levantar la cabeza; pero se pintaba tal expresión de tristeza en su cara, que si los niños se hubiesen fijado en ella no le hubieran molestado más; porque, por lo regular, los niños son buenos y nocreen causar el daño que a veces hacen con sus travesuras. El más travieso, el que más molestaba al remendón y el que capitaneaba a sus compañeros todos los días al salir de la escuela, se llamaba Rafaelito, tenía nueve años y era el que mayor ligereza mostraba en los pies y mayor fuerza en la garganta para huir y gritar a un tiempo:

 Zapatero, zapatero,
 echa suela en el puchero;
 zapateroremendón,
 te has comido un gran ratón.

Francisco cosía los rotos de los zapatos, les echaba medias suelas, siempre pegado a un taburete, que parecía formar parte de su cuerpo, tan encorvado como si nunca hubiese tenido erguido el espinazo. Cuando los niños se burlaban de él, el remendón murmuraba:
-¡Dios os conserve la alegría! Si pasarais mis penas y trabajos, no os burlaríais de mí.
Un díaRafaelito imaginó una jugarreta. El zapatero no estaba en la tienda y el audaz chicuelo ató el extremo de un cordel al taburete y el otro a la rueda de un carro que estaba parado en la calle. Francisco volvió a su trabajo, y cuando el carro echó a andar, vio con gran sorpresa que el taburete hacía otro tanto y se marchaba a la calle, rodando por el suelo todos los chismes que contenía. Salió el zapaterogritando, detúvose el carretero, pero no tan a tiempo que no se hubiese reunido mucha gente; mientras los chicos, apostados en la esquina, se reían de su gracia, que no la tuvo para Francisco, porque los objetos rotos y el deterioro sufrido por el taburete le representaban parte de su mísero jornal. Hay quien dice que al remendón se le escapó una lágrima, y es muy posible no se equivocara la mujerque afirmó haberla visto rodar por sus mejillas. En cambio Rafaelito se rió mucho y todo el día estuvo pensando en su travesura; y hasta soñó que con el taburete seguía la casa detrás del carro y luego el zapatero dando desaforadas voces. Y en esto despertó. Abrió los ojos, vio que apenas había amanecido y se volvió del otro lado; pero una voz le dijo:
-Levántate, que ya es hora.
-Hasta las ochono he de ir a la escuela.
-Como no se trata de ir a la escuela...
-Pues ¿adónde vamos? preguntó el niño incorporándose en la cama, creyendo que se trataba de una excursión al campo.
-Vístete y lo sabrás.
Rafaelito abrió dos ojos como naranjas al ver a su interlocutor, que era una rata muy grande que le presentaba unos pantalones mugrientos y remendados. Como cobró muchomiedo no se atrevió a hacerninguna observación y se puso los pantalones. Luego otra rata le dio una chaqueta tan estropeada que enseñó los codos el niño, mejor dicho, el hombre, pues Rafaelito había ido creciendo hasta convertirse en un hombre.
-Estate quieto, le ordenó una tercera rata.
De un bote le saltó a la cabeza y con la cola le enmarañó el cabello, mientras una cuarta y una quinta dieron un par de volteretas en sus...
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