el zarco de la cascada

Páginas: 6 (1305 palabras) Publicado: 22 de febrero de 2015
UN SEGURO SERVIDOR
Por: Jesús Humberto Quiñones Molineros


El último sábado del mes de octubre a las tres y cuarenta y tres minutos de la madrugada doña Agustina, como lo hacía todos los días- desde hace más de quince años-, se levantó de su cama y luego de pasar por el corredor se dirigió a la cocina de su casa para hacer el desayuno para su esposo, un hombre de cincuenta y cinco años conquien tenía un matrimonio por más de treinta y tres años, luego de humedecer de kerosene -en una vieja lámpara hechiza de latas vacías de leche klim que mantenía cerca del fogón- unas estopas de coco que le servían para encender los carbones que había apagado la noche anterior, soplando fuertemente con un abanico -de mimbre o tetera- por más de quince minutos logró que apareciera la llama en loscarbones; luego en un viejo perol de metal ponía a hervir el agua la cual vertía posteriormente en una talega de tela -de un color oscuro por el uso que le había dado- colaba el tubo de café dandi y en una olla aparte cocinaba el tapao de lisa con plátano dominico que a su esposo tanto le gustaba para desayunar.
Salomón, se levantó bastante apresurado pues se le había hecho tarde, salió alpatio de su casa de madera y bajo un árbol de mango, iluminado con la lámpara de kerosene, sacar del pozo de agua, dos baldazos para llevarlos hasta el sitio donde acostumbraba a bañarse y con una totuma de mate, echarse unas cuantas en el cuerpo, refregarse y jabonarse rápidamente con un poco de jabón “para mí” que aún le quedaba, posteriormente se envolvía en la toalla y entraba a su casa paradirigirse al cuarto de dormir donde se colocaba su camisa y pantalón de drill color kaqui, pasar a desayunar el tapao de lisa que había preparado su mujer y enseguida arreglar en la maleta de madera las diferentes cartas que los usuarios le habían encomendado hiciera llegar a sus destinatarios.
Cuando llegó a la estación del ferrocarril, ya eran las cinco y media de la mañana , se gozaba delalba y la brisa marina que azotaba a esa hora -cuando la marea estaba subiendo- Salomón se acomodó en una de las sillas del vagón numero tres que ocupaba desde hacía cerca de quince años, acomodó su vieja maleta de palo y las diferentes encomiendas que le habían llevado, justo en el orden de las diferentes estaciones donde hacia paradas el tren, dejando a mano aquellas encomiendas o cartas dirigidasa personas residentes en caserios donde el tren no tenía estación y por lo tanto Salomón debía lanzarlas por la ventanilla cuando el tren en su carrera pasara por dichos lugares.
Eran las seis y media de la mañana de ese sábado cuando la máquina del tren hizo sonar las tres pitadas que indicaban que iniciaba la marcha de su destino. De las varias estaciones que el tren hacía en su destino, sedestacaban Espriella, La Guayacana y Llorente antes de llegar al destino final El Diviso. En todas ellas, el tren hacia las paradas reglamentadas y por el tiempo previamente determinado, donde los pasajeros bajaban y subían según el destino que llevaran, otros lo hacían para tomar algunos alimentos o hacer compras para familiares o amigos. A Salomón siempre le gustaba tomar el almuerzo en laGuayacana donde la Negra Mariaté, de quien ya conocía la sazón y siempre le guardaba el sabrosísimo sancocho de cola de res y el delicioso guisado de conejo ahumado con su correspondiente pega de arroz.
A eso de las siete de la noche, Salomón llegó de regreso a su casa y su mujer lo recibe con una sonrisa.
-Como te fue, que tal viaje?
-Muy bueno, nada anormal, sólo que en esta ocasión aumentaronmás las cartas hacia acá, que de aquí para allá, al punto que casi se triplicaron y por consiguiente un mayor ingreso.
Como a eso de las nueve de la noche, terminó de entregar las cartas y encomiendas que había traído de regreso en su viaje diario, luego se sirvió una taza de agua de panela con plátano cocido y un pedazo de queso, y prendió el viejo radio marca Phillips que había comprado a...
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