El órgano
Historia y evolución
El órgano (del griego “organon”; en latín “organum”) es un instrumento musical de viento, en el
que el sonido se produce por el paso de aire a través de tubos. Su origen se remonta a la antigua Grecia,
atribuyéndose a Ctesibios de Alejandría la invención en el año 246 a. de C. del hydraulos u órgano hidráulico, en el que la presión del aire se obtenía mediante bombas de agua. En Roma, se utilizaba en el
circo y el teatro. El órgano hidráulico desapareció, dejando paso al órgano neumático, en el que el aire
es producido por fuelles.
Su adopción como instrumento litúrgico por parte de la iglesia occidental marca un punto de inflexión en su desarrollo a partir de los siglos X‐XI, comenzando a difundirse en iglesias y catedrales al
tiempo que evoluciona y se perfecciona paulatinamente. A partir del siglo XV, con la invención del
registro, el órgano gótico multiplica sus posibilidades sonoras. Desde entonces en cada época se
construyen instrumentos de diferentes estilos y características, podemos así hablar de órganos renacentistas (s. XVI), órganos barrocos (s. XVII‐XVIII), órganos románticos (s. XIX) u órganos modernos
(s. XX). La diversidad es múltiple pues hay periodos como el barroco en que cada país o área geográfica
desarrolla un tipo de instrumento propio, indisolublemente ligado al repertorio de música que se
interprete y a su funcionalidad. Tenemos así el órgano nórdico, órgano clásico francés, órgano italiano,
órgano ibérico…
En el siglo XIX, el órgano romántico o sinfónico supone un cambio radical en la concepción del
instrumento, buscando una tímbrica y una sonoridad más orquestales junto a innovaciones técnicas. En
el siglo XX conviven tendencias eclécticas (integradoras del órgano romántico y clásico), con la introducción de nuevas tecnologías (transmisiones eléctricas que sustituyen a las mecánicas) junto a una
corriente historicista cada vez más en auge interesada en la restauración de los instrumentos antiguos y
la construcción de nuevos siguiendo los principios de la organería tradicional.
Todos estos aspectos históricos así como su complejidad técnica, hacen de cada órgano un
instrumento único, que alcanza en ocasiones la categoría de auténtica obra de arte.
El organero es quien construye órganos y los restaura. Es un trabajo muy complejo, pues
requiere dominar muchas disciplinas, desde la carpintería hasta el trabajo del metal para fundir y
construir los tubos, así como múltiples aspectos mecánicos, físicos y acústicos. Especialmente importante es la armonización, que consiste en pulir el sonido de cada tubo, dándole el tono y timbre
adecuados.
En cuanto al organista, no basta con saber tocar el piano, pues la técnica del órgano es
diferente, y además hay que saber tocar con los pies, lo cual requiere mucha coordinación y destreza.
Asimismo, hay que conocer y saber combinar adecuadamente los diferentes registros del órgano. Los estudios profesionales y superiores de la especialidad de órgano se cursan en el conservatorio.
El repertorio de obras musicales para órgano es uno de los más extensos, abarcando todas las
épocas desde la Edad Media (las obras más antiguas que nos han llegado son del s. XIV) hasta nuestros
días.
En el Renacimiento (s. XVI) destaca la figura del español Antonio de Cabezón. El principal
compositor barroco es sin duda Johann Sebastian Bach, pero hay muchos otros como Frescobaldi en
Italia, los alemanes Buxtehude, Pachelbel, Couperin en Francia, o los españoles Francisco Correa de
Arauxo y Juan Cabanilles. Estos son solamente algunos nombres de la interminable lista de
compositores barrocos ...
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