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Centro Histórico
Sebastián Ricardo Cruz Robayo
En medio de algunos muros desnudos de ladrillo y bloques de adobe, algunas ventanas rotas o cubiertas de polvo, el ruido de las carreteras cayendo enlas alcantarillas cuando llueve, sombras perpetuas en los andenes vendiendo minutos a cambio de tiempo, columnas de mármol remando para llegar al centro o ventanas de tiendas vigilando las callesgrisáceas. Entre tantas casas con techos de teja de barro, se ve una cúpula de pinceladas al mudéjar, edificios que talvez estaban desconcentrados cuando decidieron ir a vivir ahí, pensarían que sus seis otrece pisos engañarían disimuladamente la silueta de apellidos cimentados en siglos pasados.
Las gentes que corren, que caminan de esquina a esquina, buscan clientes para sus pertenecías temporales,soportan el sol en la coronilla y luego esperan el temido frio que dice a las mejillas que ya termino la jornada. Para respirar, entre los tosidos y las palabras suicidas de buses antiguos, lascanciones cantadas por el roce del viento en el oído y avisos de publicidad escritos a todo volumen en parlantes, gargantas y postes, se necesitan pulmones de paramo, que funcionen incluso cuando las nublesdecidan tocar el suelo, usualmente en la madrugada.
Para observar las cosas que hacen de cada esquina, una esquina con nombre, hay que saber dónde se está, se puede estar donde corre el vendaval queprovoca pulmonía o donde terminó la vida de una hermana Hinojosa; de las casas coloniales, estructuras que sobreviven a pesar de los pasos de los visitantes que rugen y provocan un eco que da gracia alos niños que también dan un paseo en los pasillos de la cultura que dejo cualquier historia en cualquier calle; para entender lo que la vida es entre edificios políticos, cafés, bancos y bombillosdentro de lámparas durmiendo de día para despertar de noche, hay que contemplar el centro histórico como lo contemplan las palomas, que cuidadosamente pasan entre los transeúntes cuando estos son...