ella

Después de una plácida o tormentosa noche, tener la posibilidad de despertar ya es un motivo para dar gracias. Unos piensan que para tener un maravilloso día hay que levantarse con el pie derecho, Jonathan José García lo olvidó aquel día que le cambió la vida.

Aparte del escalofrió incómodo que se percibe en los hospitales, el día que ingresé al edificio «Fe en la Causa» delHospital Militar Central (lugar donde se brinda tratamiento psicoterapéutico a los soldados heridos en combate), fuí invadido por la tristeza. Había tres soldados, dos sentados uno frente al otro, mutilados por la guerra, uno de ellos le envolvía con una venda el muñón de su pie, el tercero era Jonathan, vestido con una sudadera azul oscura que identifica a aquellas víctimas de la guerra, un jovenmoreno, de pelo negro y liso, con un muñón en el pie derecho debajo de la rodilla que miraba sentado a través de la ventana, alejado de los otros de su misma condición. El lugar era frío y reflejaba desolación, no solo en los pasillos sino también en el rostro de las personas, cada uno padeciendo su propio dolor, el único sonido es un televisor encendido, al que ninguno de los pacientes perecellamarle la atención.

Pitalito-Cesar, una vereda que se fundó con veinte familias, territorio poblado de vegetación y naturaleza, donde la modernidad es percibida como un sueño. Allí, en un puesto de salud cercano al rancho donde vivían sus padres, en el año de 1989 nació Jonathan. Once años después en el año 2000, llegó la guerra a las puertas de su casa, allí donde había pateado sudesgastado balón, ahora pateaba su alejada infancia, todo por culpa de la guerra.

Tomar decisiones es parte importante de la vida, una de esas es el ejército: terror de muchos y deseo de pocos —«A mí siempre me gustó desde pequeño»— dice Jhonatan con una tímida sonrisa, cuando comenta sobre el ingreso al ejército. El día que decidió marcharse lo invadían dos sentimientos: la tristezade dejar a sus padres, hermanos y alejarse un tiempo de ese lugar, a pesar de que para él, la disciplina, la autoridad y verse patrullando paisajes con ríos de aguas cristalinas sintiéndose importante, defendiendo su patria, queriendo ser orgullo para su vereda y apoyo a su familia era su más grande ideal. Gracias a esa decisión cumplió su sueño, ser un soldado Colombiano, Cargando un fusil entresus manos. Jonathan, después de prestar el servicio militar obligatorio continuó para ser parte de esta institución como soldado profesional, rango que portó con orgullo sobre sus hombros durante un año, decisión radical que comprometió su futuro. —«Existe un ambiente de compañerismo, compartimos hasta lo más mínimo, un cigarrillo, una panela para todos, así sea de mordiscos, cada uno sabe cuales su función y su obligación»—

— «¿Qué lugares pudo conocer gracias a los traslados?» — «Muchos, Valledupaaaar, Capillaaaal, Caquetaaá, esos», una respuesta alargada en las ultimas sílabas, con un corte brusco a esa respuesta. Jonathan de pocas palabras, no habla más de lo que se le pregunta. A pesar de esto narra una anécdota. —«Como teníamos mucha hambre, porque no llegó laración de alimentos que nos enviaban cada semana, ya que por el mal tiempo los helicópteros no podían volar, buscábamos algo para el hambre, vimos unas gallinas que correteaban cerca, mi compañero lanzaba un anzuelo con un grano de maíz en la punta para poder atrapar una, eso nos distrajo el hambre… Comimos 38 personas, nunca supimos quién era el dueño.»—

—«Yo y miscompañeros estábamos patrullando en Caquetá»— Jonathan no menciona el lugar exacto, solo dice Caquetá. —«Eran días de sol y lloviznas, bochornosos, la ropa se nos pegaba al cuerpo y las botas siempre andaban mojadas y embarradas, caminábamos varias horas al día por medio de trochas, abriéndolas con machetes porque es prohibido trasladarse por caminos veredales, solo parábamos para comer, y tomar...