Emilio Lledó sobre la caverna

Páginas: 6 (1287 palabras) Publicado: 6 de noviembre de 2013
Texto: Sobre el tema de la caverna. El País, 1 de julio de 1993.
Autor: Emilio Lledó.

El mito cuenta que estaban atados por las piernas y por el cuello. Y desde niños no tenían posibilidad de mirar a otro sitio que al iluminado fondo de la cueva. Iluminado por un fuego que, a mitad del camino entre la posible, lejanísima, salida y los prisioneros, estrellaba, ante sus ojos, las sombras deunos objetos alzados sobre las cabezas de misteriosos porteadores. Los prisioneros no podían ver sino esas sombras, porque tras sus espaldas y ante los porteadores se alzaba un muro tan alto como esos personajes, y que impedía descubrir la totalidad de la tramoya.

En la implacable noria de esos silenciosos caminantes del otro lado del muro habría alguno que comentaría lo pesado de la carga, loduro y aburrido del camino que, como Sísifos de sombra, estaban condenados a hacer. Y los prisioneros oirían los ecos de esas voces, escucharían palabras e imaginarían que, en su larga pantalla de sombras eran esas sombras las que hablaban. Incluso familiarizados ya con esa procesión acabarían acostumbrándose a ella, queriéndola y hasta concursando por ver quien era el más sabio en oscuridades, ycuál de las sombras volvería a aparecer, de nuevo, en su mirada.

El mito no cuenta quién atizaba el fuego, quién había ideado el muro, quien dirigía, oculto, a esos porteadores resignados, prisioneros también, y abotargados en su engañoso oficio. Sólo dos clases de figurantes aparecen en la gran farsa: los cautivos sentados ante la última pared de la caverna, incapaces de mirar otras cosas, deañorar otra cosa que las sombras, y esos porteadores que, aunque aparentemente libres, ya se habían sometido al empleo de mediadores de la tiniebla. Probablemente pensarían que su destino era consolar la soledad de los cada vez más felices, entretenidos, videntes. Quizá nacieron agarrotados también, como los prisioneros; pero el señor del muro y del fuego, el señor de las imágenes y el camino, loshabía liberado de ser únicamente ojos sin luz, para que, al menos, pudieran tener pasos por la estrecha senda amurallada, o para que pudieran ser comparsa de sus maquinaciones. Tal vez no era preciso suponer señor alguno, y un decidido promotor de espectros, soñador de otras cavernas, fue el primero que empezó a abrir la ruta desde la que, vorazmente, se consumían más imágenes porque seguía creciendola tropa de los inertes y ofuscados prisioneros.

Esa ofuscación animaba las entrañas de los contempladores. Vivir de imágenes sostenidas tan sólo por un pequeño corazón de sombra era un alimento suave para ojos que nunca habrían de levantarse hacia la luz. El señor, si lo había, o, en su defecto, algunos de los porteadores cavilaron que era mejor para sus clientes, atenazados por las piernas yel cuello que, por su bien, creyesen que las inertes cosas que veían estaban sólo allí, al fondo de sus ojos, y nacían de la fantasmagórica pared. Esta ignorancia les liberaba del sufrimiento que da saberse víctimas indefensas del camino, del fuego, del muro. El alimento de imágenes, enlazadas por el mísero discurso de los porteadores, acababa por disolver a aquellos mirones de la oscuridad. Mirarsólo en lo oscuro ahuyenta el horizonte de cualquier camino, desfonda el ánimo para cualquier huida, para desear algo que no sea seguir percibiendo el constante chisporroteo de la turbia luz.

Camino hacia la luz

Enseñados a hablar por la imágenes, los prisioneros querrían incorporarse a ese consolador discurso que les muestra lo que hay que ver y que les facilita la forma de verlo. Seríancapaces de gritar pidiendo más sombras, de reclamar más visiones, de condenar o absolver, según el juicio que les fue insinuado al otro lado del muro que nunca vieron. Personajes irreales del mundo de la irrealidad flotarían como espectros, sobre sus ligaduras, dictando al señor de la hoguera las secuencias que desean ver, las que quieren eliminar.
Pero el mito cuenta, además, el proceso de...
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