empleado

Sobre gustos no hay nada escrito, aunque siempre pueden darse coincidencias y debido al deseo de participación que el equipo de La Revelación desea de sus usuarios no queda más remedio que ponerse adesarrollar esta sección..
Canciones, cantantes y grupos que forman la banda sonora de nuestra vidas, de nuestros mejores momentos. Aquellas canciones, ciertas melodías, ciertas voces que están ahí,ancladas en nuestra memoria. Porque el oído es el sentido de la memoria, y basta con percibir un par concreto de acordes para que la maquinaria interna de nuestro espíritu se ponga en marcha paratraernos, quién sabe desde dónde, vivencias que creíamos descatalogadas. Por supuesto, no sólo se incluirán grandes temas; también entrarán en esta amalgama canciones de culto y taladradoras timpánicasque, bien por marcar un momento o por marcar la salida del psiquiátrico de más de uno, merecen estar aquí. Porque no todo lo que suena es música.
Una sección para escribir directamente sobre aquellascanciones que por su calidad, momento, emoción o cualquier otro facor, merecen un comentario en la web.
En clave de La (Revelación) menor. Música, maestros.
Una cosa es tener un estilo propio, otramuy distinta la escasez de ideas, la repetición digna de holgazanes.

Placebo asomó hacia fines de los noventa con un repertorio estupendo. Con unas canciones deudoras de The Cure y de una melancolíade guitarras y versos tristes que tanto gustan por estos lados.


Pero el grupo de Brian Molko, esa banda que tuvo la enorme generosidad de donar las ganancias de su último paso por Chile -anoche,ante unas ocho mil personas, en el Movistar Arena-, se detuvo muy temprano, dejó de crecer y empezó a escribir la misma canción una y otra vez.


No hay duda de que el trío londinense confíaciegamente en sus capacidades y que lo suyo, aunque repetitivo y por momentos agotador, todavía sirve para entusiasmar a la fanaticada local. Pero queda la idea, el mal gusto en la boca, de que Placebo...