Emprendimiento

ES CIERTO PORQUE CREO EN ELLO

Víctimas en silencio
El escándalo estalló cuando el ex sacerdote estadounidense, John J. Geoghan, fue condenado a prisión por abusar sexualmente de un niño de 10 años en 1991. Cuando ese niño creció y decidió enfrentarlo y llevarlo a juicio, nada menos que 130 jóvenes más se atrevieron a decir “a mí también me abusó”. Desde entonces, cientos de víctimas han rotoel silencio, actualmente más de 80 curas en once estados de ese país enfrentan acusaciones. Pero el problema no se limita a los sacerdotes: noticias sobre dentistas, médicos y ciudadanos comunes recién acusados de pedofilia resaltan en las páginas de la prensa internacional.
El hecho es que el caso de los sacerdotes, si bien es el que ha causado más polémica, no es el más representativo delescabroso tema del abuso sexual infantil: en el 90% de los casos el perpetrador es un familiar. La mayoría de las veces el abuso queda en la mente del niño como un terrible secreto que nunca revelará, pues una mezcla de temor y culpabilidad lo paralizan, indica la terapeuta Laura Íñiguez, del organismo internacional Eirene Ecuador, quien trabaja en el tema del maltrato infantil desde hace quince años.Íñiguez acaba de dictar en Guayaquil un seminario sobre intervención en crisis a personal del Innfa que se está capacitando para atender el creciente número de denuncias. El año pasado atendieron 909 casos de maltrato en Guayaquil, de los cuales 98 eran de tipo sexual.
Cuando el abuso sexual se ha cometido, casi siempre a manos de un padre, hermano, tío, pariente o conocido en el que el niñoconfía, el pequeño desarrolla ideas angustiantes. “Generalmente el perpetuador ejerce un dominio psicológico sobre el niño. Progresivamente lo conquista, lo somete y lo atemoriza. Comienza por seducirlo, le da lo que le falta, le dedica tiempo, atención. No viola desde el principio, antes crea un clima emocional en el que el niño se confunde”, así describe Íñiguez la terrible táctica de la mayoría deabusadores.
El niño se siente atrapado entre la lealtad hacia esa persona y el conocimiento de que le hace daño. “Esta confusión es utilizada por el perpetrador. Hay algunos muy hábiles que les dan recompensas, como para comprar su silencio, y les dicen «esto queda entre los dos»”, explica la terapeuta. Otros recurren a las amenazas violentas, el niño aprende a tener vergüenza, y hasta puede temerque la familia se desintegre si se descubre su secreto. “Llevan esa carga por años. Puede llegar un momento en que los niños lo cuenten, pero la mayoría no habla jamás. Son víctimas en silencio”.
Jennifer
Jennifer es el nombre ficticio que eligió una niña de 12 años, que actualmente reside en un hogar para señoritas donde su familia no puede encontrarla. La suya es una historia típica de abusointrafamiliar; fue violada por su hermano, de 17 años, y cuando, urgida por una vecina a quien le había confiado el secreto, decidió comunicárselo a su mamá, ella no le creyó.
Jennifer lo recuerda y llora. La vecina la llevó al cuidado del personal del Innfa, y ante la petición de la niña le encontraron un asilo temporal. La psicóloga María Augusta Herrera, encargada del caso, le asegura aJennifer que tomó una decisión valiente, y le pregunta si quiere volver a su casa. La respuesta es no.
“Esta es una historia que se repite. La niña no avisa porque tiene miedo, la mamá usualmente no le cree. Prefiere negar la situación y pensar que la menor está mintiendo para no tomar decisiones drásticas en la familia”, explica Herrera.
Íñiguez insiste en que “las mamás tenemos que ser losuficientemente suspicaces para decir: «sí, un pariente mío sí puede abusar a mi hijo, ¿por qué no?» Una vez que el niño lo cuenta, la herida es más llevadera, la ansiedad disminuye, hasta podría volver a dormir tranquilo”.
Pero creerles es solo la primera parte, los niños abusados sexualmente desarrollan traumas irreversibles si no reciben ayuda profesional.
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La psicóloga María...