En El Principio Era El Amor

Toda la literatura europea de la época autodenominada como “fin de siglo”, que suele situarse como comprendida entre los años 1880 y 1914, plantea un interrogante que puede calificarse como patrimonio común de la misma, así como un exponente definitorio de la crisis espiritual y cultural de la época: ¿qué sucedería si Cristo apareciese repentinamente?, ¿cómo reaccionaría la sociedad actual?, y¿cuál sería la opinión de Cristo acerca de ella?

Conviene antes de nada precisar que el planteamiento así formulado, aunque esencial al “fin de siglo”, no constituye una invención ni, en modo alguno, un patrimonio exclusivo de dicha época. Así, E. Benz señala que la idea del retorno de Cristo se remonta al primitivo cristianismo –pasando por Goethe, la época de la Reforma y la Edad Media-, y quesiempre presentó el carácter de un “principio mítico y crítico”, adoptado como punto de partida para la valoración de la Iglesia de su tiempo.

Una impresión intuitiva de la presumible reacción de la sociedad de “fin de siglo” ante la aparición de Cristo, y que viene en cierto modo a ofrecer una presumible respuesta a los interrogantes que antes hemos formulado, la podemos encontrar, escogiendoentre numerosas obras, en la novela de Max Kretzer “El sermón de la montaña”, en la que el autor pone en boca del narrador la siguiente reflexión: “Mientras Konrad continuaba su camino, le asaltó esta idea repentina: Cristo había resucitado y se aparecía descalzo, con la mísera vestidura hecha jirones y la corona de espinas en la cabeza abatida por el dolor, sobre la larga cabellera en desorden;así avanzaba, sumiso y humilde, a través de la multitud... Konrad creía oír ya el escarnio y griterío, percibía aquella risa múltiple y veía como la gente acudía de todas partes para mofarse y burlarse de la extraña aparición. No lo flagelaban con azotes, sino de un modo mucho más terrible aún, porque afectaba al alma en lugar del cuerpo. No se dirigían al Gólgota, sino a ponerlo en manos de lapolicía. Sólo el reto continuaba siendo el mismo: ¡Si eres Hijo de Dios, ayúdate a ti mismo! ¡Esta era la cosecha de lo que había sembrado hacía mil novecientos años! Y, a pesar de ello, decían que la humanidad se había vuelto mejor, más inteligente y con mayor sentido moral. En último término, se apelaba a la cultura. ¡La cultura! ¿Acaso había hecho felices a los hombres?...”.

Este textoconstituye además un ejemplo ilustrativo de la imagen que se tenía de Cristo en el “fin de siglo”. En esta época (tal como señala, entre otros autores, Hans Hinterhäuser), Cristo se nos aparece como Dios de los pobres, como ser bienaventurado marcado por el dolor y cuyo aspecto irradia piedad. Su simple presencia predica el amor, la humildad, el sacrificio de sí mismo, la devolución de bien por mal. Paralograr un efecto mayor se le confronta con la humanidad contemporánea, cuya falta de espíritu, vulgaridad y absoluta inmoralidad, destaca más aún gracias al violento contraste. El mundo no ha cambiado desde que Cristo le transmitió su mensaje; la conciencia del progreso es una mentira, la cultura es una presuntuosa fachada. Entre Cristo y la Cristiandad se abre un abismo tan profundo comoabsoluto.

No es de extrañar que el profundo contraste que se palpa en aquella época entre la idea de Cristo y la humanidad contemporánea, constituya el caldo de cultivo, así como la fuente inspiradora, de una pujante tendencia cultural y social encaminada a lograr una renovación de la espiritualidad de la sociedad, tomando como idea básica “la figura de Cristo”, que viene a experimentar una acusada“revalorización” ejemplificadora.

La tendencia renovadora de la espiritualidad se manifiesta a través de una diversidad de fenómenos, entre los que podemos citar: en el ámbito filosófico, el resurgimiento de inquietudes metafísicas e irracionales; mientras que en la esfera literaria surgen con fuerza las tendencias contrarias al naturalismo. También constituyen, sin duda, manifestaciones de...