En el Punto G de la Revolución
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Ileana Medina y Manuel Zayas | Tenerife-Barcelona | 24-02-2012 - 8:48 am. /submitted
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Directora del CENESEX antes que Mariela Castro, la sexóloga alemana Monika Krause opina sobre la homofobia cubana, la primera operación decambio de sexo, la censura de literatura científica y otros temas.
Monika Krause tenía apenas veinte años cuando se enamoró de un cubano, capitán de la marina mercante, enviado a la ciudad portuaria de Rostock. Como ciudadana de la República Democrática Alemania (RDA), necesitó de una autorización para poder abandonar su país. "Cuando a finales de 1961 solicité el permiso de salida y el de podercasarme, me amenazaron con expulsarme de la universidad si insistía en mi propósito de ir a vivir en Cuba. Fue 'mi capitán' quien obtuvo los permisos”, dice.
Krause emprendió un viaje sin retorno. Cuando regresó en 1990, ya la RDA solo existía en el recuerdo. Había caído el Muro de Berlín, levantado poco tiempo antes de su partida, y las dos Alemanias se habían reunificado.
En Cuba, Krause ganaríafama como promotora de educación sexual, con programas en la televisión y la radio. A la par, enfrentó algunos escollos frente a la homofobia rampante de la jerarquía comunista. Hoy vive en un pequeño pueblo del norte de Alemania, Glücksburg, desde donde accedió a hablar para DIARIO DE CUBA.
Monika Krause ha publicado dos libros sobre su experiencia cubana: Monika y la Revolución (Centro de laCultura Popular Canaria, Tenerife, 2002) y ¿Machismo? No, gracias (Ediciones Idea, Tenerife, 2007). El documental La reina del condón, de Silvana Ceschi y Reto Stamm, es un retrato testimonial de su vida.
¿Cuál es el balance que hace de su vida en un sistema comunista tropical? ¿Se vivía en Cuba mucho mejor o peor que en la Alemania comunista?
La primera fase de mi vida en Cuba la pasé en un estado deeuforia, de expectativa, de ilusiones, de poder participar de algún modo en el proceso de cambios revolucionarios. Al mismo tiempo veía y sentía constantemente el desmejoramiento, la falta cada día más abrumadora de los productos alimentarios más elementales.
En pocas semanas —me remonto a los mediados del año 1962—, nuestra dieta diaria, invariablemente, constaba de arroz y frijoles, frijoles yarroz, arroz congrí. Conseguir un huevo equivalía a un premio en la lotería (el Combinado Avícola Nacional aun no existía).
Para aquellos que no disponían de contactos con familiares o amigos en el campo, la carestía de todo era la normalidad. Claro, el clima cubano —en comparación con el de Alemania— tiene muchas ventajas: no hace falta la calefacción, no se necesita ropa apropiada para cadaestación del año, se puede vivir con muy pocas prendas de vestir.
Sin embargo, el transporte público adquirió características de servicio desconfiable. Escaseaban, o no existían ya, todo tipo de materiales de construcción para el mantenimiento de la vivienda. Mi primer hijo, nacido en febrero de 1963, tuvo que conformarse con que constantemente cambiara la composición de la leche (no había suficienteleche fresca, de forma que se la preparaba con leche en polvo, proveniente de diversas fuentes de importación).
La cantidad de pañales recibida por "la libreta" no alcanzaba ni para comenzar. La falta de agua —por apagones o por rotura de la bomba de agua, que para repararse demoraba semanas, meses— me tenía al borde de la crisis: bajar tres pisos para llenar cubos, palanganas, cazuelas de agua...
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