EN LA PLAYA DE BARCINO


EN LA PLAYA DE BARCINO

La derrota de Don Quijote en las playas de Barcelona constituye uno de los momentos más melancólico y bello de la Literatura Universal. Hemos visto a nuestro héroe apaleado, descalabrado, maltrecho, incluso golpeado por su fiel amigo Sancho, a lo largo de la novela, pero nunca abatido. En medio de las mayores calamidades volvía siempre a erguirse, con el ánimodispuesto para proseguir en su audaz empeño. Nada le amilana, convencido de que sus arreos son las armas y su descanso el pelear, “que buen caballero era”. ¿Y ahora, en su derrota, qué hará?
He adquirido el convencimiento de que para descubrir la unidad de sentido que encierra tan compleja obra hay que comenzar la lectura por el capítulo último de la segunda parte. Aquel Hidalgo de “un lugar de laMancha de cuyo nombre no quiero acordarme”, aquel Hidalgo de “rocín flaco y galgo corredor” del que duda el apellido, unos dicen que tenía de sobrenombre “Quijada o Quesana aunque por conjeturas verosímiles se deja entender que se llamaba Quijana” que se nos presenta con tanta vacilación en el primer capítulo de la primera parte, nos confiesa poco antes de morir que se llama Alonso Quijano y, lo que esmás significativo, que era nombrado y conocido por sus convecinos como “El Bueno” a causa de sus costumbres.
Sólo desde esta bondad ontológica se puede comprender la raíz de su aventura y de su arriesgada itinerancia. El mundo está colmado de injusticias, huérfanos y viudas, abandonados, maleantes, entuertos y malandrines, encantadores maléficos.
Alguien tendrá que poner remedio a tantodesafuero. Su ideal no puede ser más noble y plausible: restablecer la justicia entre los hombres. Como en toda persona, independientemente del oficio o menester en que se desenvuelva uno o si se quiere a través de él, el Caballero Don Quijote manifiesta en su actuar la faceta verdadera de su ser, es un hombre bueno, incapaz de doblez y engaño.
Creo que quien mejor ha sabido captar lapersonalidad de Don Quijote en pintura ha sido Zuloaga en el retrato de nuestro caballero: la mirada centrada pero soñadora, el rostro impaciente cuanto decidido, el pecho apasionado y ardiente como su corazón generoso y que esa camisa abierta deja entrever incluso en su fragilidad. Pero por

suma de todo su bondad, tanto que el yelmo de Mambrino no logra ocultar al Hidalgo de una villa cualquierade la Mancha, a Don Alonso Quijano.
Todo esto se viene abajo en el capítulo LXIV, un prodigio de principio a fin, de la segunda parte, menos su grandeza humana, que se eleva a paradigma. Aquella mañana luminosa, en modo alguno hacía presagiar que le iba a traer la aventura que más pesadumbre dio a Don Quijote, como anuncia el narrador en el título. Es en las playas de Barcelona donde se estrellapara siempre el ardor y fe en la Caballería Andante, como al estallar por los aires Clavileño quedó malparada la fantasía. Bien sabe de la necesidad de la Caballería como noble profesión en tiempos en que el medrar y el ir cada uno a lo suyo se han convertido en criterio casi común. Todavía en el capítulo siguiente, ya derrotado, confiesa, al recibir noticias de don Gregorio y el renegado, elbien que acarrearía, fíjense en el objetivo, libertando a los cristianos cautivos en Berbería.
“Alegróse algún tanto don Quijote, y dijo: -En verdad que estoy por decir que me holgara que hubiera sucedido todo al revés, porque me obligara a pasar en Berbería, donde con la fuerza de mi brazo diera libertad no sólo a don Gregorio, sino a cuantos cristianos cautivos hay en Berbería. Pero, ¿qué digo,miserable? ¿No soy yo el vencido? ¿No soy yo el derribado? ¿No soy yo el que no puede tomar arma en un año? Pues, ¿qué prometo? ¿De qué me alabo, si antes me conviene usar de la rueca que de la espada?”.
Bien lo comprendió y lo experimentó en su vida el recio poeta castellano León Felipe. Su poema “Vencidos” -es expresión vigorosa de la tristeza de todos los derrotados del mundo. El verso “en la...