En La Rivera

En la rivera.
Otro día más comienza en la tranquila vida de Antoine, desde su pequeña casa en
la banlieu de Paris, su despertar con las canciones de dos décadas atrás, esas
canciones que invaden el cuerpo como electricidad. Es tiempo de levantarse y
tomar la ducha, o sabe que sus primas ganaran el calentador, en estos tiempos,
ser estudiante no es símbolo de riqueza, y compartir el pequeñoapartamento
resulto viable para los primos. Su relación no es del todo bien, todos los días se
desata la lucha por ganar el calentador de agua para tomar la ducha, después de
ganar la batalla, Antoine, se dirige a la estación de Melun, en sus audífonos se
puede apreciar el murmullo la radio. No cree en los horóscopos, piensa que es
estúpido, sin embargo pone mucha atención cuando en el programamencionan
“l’escorpion”. Su caminar siempre ha sido aprisa, se dirige al final del andén, para
esperar el tren, ahí en ese último vagón, donde se encuentra la pluriculturalidad,
intercambia unas miradas al subir nadie en especial ha capturado su atención, ve
fijamente con esos ojos cafés el rostro de un joven, no le importa su nombre,
solamente mirarlo es suficiente. El recorrido es rápido hasta Bercy,ahí como todas
las mañanas cambia de dirección para poder llegar a la universidad, que se
encuentra a tres cuadras de la estación de Nation.
El reloj que porta en la mano izquierda marca las 8 h, el joven Antoine ha entrado
al salón, para comenzar sus clases. En su tiempo libre, sale a fumar un cigarrillo,
observa a todos los chicos que pasan de su lado, y se pregunta porque nadie
atrapa su mirada yexpira, ese humo que sale de su nariz, lleno de melancolía,
pensando encontrar en otro cigarrillo la respuesta, a lo lejos alguien le grita, es su
amiga Marie que lo ha visto desde el segundo piso, se apresura para saludarlo.
Los dos amigos conversan de la fiesta del viernes, Marie ha pillado un chico, para
Antoine, él es estúpido y no vale la pena que Marie pierde su tiempo en él, Mariegesticula. Los amigos se detienen un momento para hablar de la fiesta del viernes,
no ha sido la mejor.
La relación entre los dos amigos se volvía monótona, pues Marie tiempo atrás le
rompió el corazón a un Antoine inexperto en el amor, sin embargo, una amistad
prospero. Antoine sabía que no le agradaba que Marie saliera con patanes, se
preocupaba por ella más de lo normal, a ella simplemente la culpa leinvadía al
saber que su mejor amigo no era feliz.
Desde un tiempo atrás, Antoine se cuestionaba su felicidad, algo le hacía falta, y
pensó que tal vez si encontraba alguien podría sentirse completo. Como un hábito
ya, al terminar sus clases caminaba sin rumbo por las calles de París. Cada vez
que recordaba un lugar, su sonrisa no se hacía esperar, y regresaba a ese
instante, donde un beso, unsaludo, una cita no consumada o más que eso, había
pasado, la emoción le invadía, y un cigarrillo le era suficiente para mantener el
recuerdo. Ese día al salir de la universidad emprendió su travesía como de

costumbre, pero a diferencia de las otras ocasiones, camino a casa. Se
encontraba harto de esa vida, no quería seguir. En su mente se repetía -j’en
marre! J’en marre!- mientras caminabarápidamente a la estación del metro. Llego
a casa encendió el estero, y comenzó a escuchar esa música que lo llevaba a la
ilusión y la fantasía. Quería un momento de tranquilidad, confort y armonía, tomo
su pequeña bicicleta y se dirigió a las orillas del Sena, se sentó a la orilla, saco la
cajetilla, tomo entre sus dedos un cigarrillo, mientras el humo salía de su nariz, sus
ojos se maravillaban de unabedul, que comenzaba a revestirse de hojas en
primavera, una sonrisa tomo su cara, estrujo el cigarrillo en la tierra, tomo su
bicicleta y se fue. Sabía que un renacimiento era importante.
Al día siguiente por la mañana, cuando se dirigía a la estación de Melun, un chico,
se le acercó para preguntarle cómo llegar a la universidad de Saint Michel, Antoine
conocía bien el camino, pues todas las...