En La Tumbadora, Tata Güines

Páginas: 16 (3872 palabras) Publicado: 6 de noviembre de 2012
EN LA TUMBADORA, TATA GÜINES

Por ©Mayra A. Martínez

Tras la puerta, entre las fotos y los carteles que cubren la pared, hay uno con la simple silueta de una tumbadora y dos manos encima del cuero. Basta esa imagen y diez letras: Tata Güines, para saber que nos encontramos frente a uno de los virtuosos de la música cubana. Su inventiva rítmica, versatilidad y audacia estilística sonlegendarias y su sabor resulta inconfundible, ya sea para el público eufórico ante su contundente espectacularidad o para sus seguidores, empeñados en descubrir los secretos escondidos en sus recias uñas, en las yemas o en las palmas de esas manos capaces de sacarle al tambor una increíble multiplicidad de sonidos agudos, secos, pastosos, graves, intensos.
Por eso, mientras tomo la secuencia de susgolpes sobre el parche, descubro que éstas son vivaces, pero no bruscas y lucen suaves al tocar, sonriendo para la foto, con la mirada atenta al abigarrado paisaje de grúas y buques, en el fragmento de la bahía habanera, bordeada por las líneas de los ferrocarriles, que se divisa desde el tercer piso de su apartamento en el musical barrio de Jesús María. Paula, su compañera, guarda la vieja maletarepleta con docenas de recortes de prensa, en diversos idiomas y cientos de fotos, muchas dañadas por el tiempo, que revisamos con parsimonia, hasta que los ladridos de la perra mansa avisaron la llegada de su dueño, este hombre originalmente nombrado por sus padres, un 30 de junio de 1930, Federico Arístide Soto Alejo.

En la rumba Güines, nadie imaginó aquel día cuánto rodaría por el mundoel apelativo de esa población, gracias al Tata, el mayor de los hijos de Joseíto, el tresero, cortador de caña en el Central Providencia y agricultor eventual. Cuando el pequeño salía, con su cajita de limpiabotas por el barrio de Leguina, siempre pasaba por la esquina de la Santa Bárbara, donde no cesaba la descarga. Así creció, entre sones y bembé. Iba a la escuela y percutía infatigable latapa del pupitre. Fabrica su primer par de bongoes, con una lata vacía de chorizos y otra de leche condensada. Al igual que su padre y sus tíos músicos, a los diez años busca un oficio para conseguir el sustento. Es aprendiz de zapatero en una fábrica local. Antes ya tocaba el contrabajo subido a un taburete con el conjunto Ases del Ritmo o con el Partagás, dirigido por Dionisio Martínez, su tío,conserje de la Sociedad para negro Bella Unión, donde con posterioridad, junto a sus primos funda la orquesta Estrellas Nacientes que imitaba a Arcaño y sus Maravillas. De los instrumentos de percusión, curiosamente, la tumbadora fue la última en llamar su atención.

Por supuesto, el Tata quinceañero que conoce a La Habana sólo dispone de un improvisado techo en [el barrio] Las Yaguas, unatumbadora y un sinnúmero de ilusiones. Nunca le habían hablado de los compositores como Armadeo Roldán que al dirigir la Rebamba baramba, décadas atrás, liberaba de su batuta a los tambores en la ejecución de complicados pasajes; ni sabía de la obra de un Alejandro García Cartula, con sus Yamba – O, La Rumba o Bembé. Eso sí, admiraba a Chano Pozo, el creador de Blen blen blen y de Manteca.Escuchaba sus números por la radio e intentaba repetir sus toques. Con ese acicate fragua sus propósitos.


Tata Guines . Foto Mayra A. Martínez

—Discriminaban a los tamboreros. Algunos directores nos pagaban menos. ¡Era lo último! Y me dije «voy a darle prestigio al instrumento». ¡Así lo dije! Siempre consideré que la misma importancia tenía en la orquesta un violín, un piano o unatumbadora. Todo requiere su arte. . .Además, sin percusión no hay ritmo y sin éste, ¿dónde está la música cubana? Algunos criticaban: «eres un soñador». Y yo, buscándole un formato ritmático, sacando timbres sobre el cuero, para definir mi sonido. Mientras creaba, otros preguntaban «a que escándalo».

Igual pasó al utilizar las uñas. Volvieron con la misma balada: «está loco», «es puro...
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