En las dos últimas décadas, el profundo proceso de renovación tanto teórico-metodológico como temático que se produjo en el campo de la historiografía argentina, permitió la constitución de lahistoria agraria como un espacio historiográfico (y hasta subdisciplinar si se quiere), que cuenta con sus propios especialistas, sus ámbitos institucionales y medios de difusión (como el Centro deEstudios Históricos Rurales, la Red de Estudios Rurales, el Programa Interdisciplinario de Estudios Agrarios), orientados a reconstruir la economía, las estructuras sociales, las formas de sociabilidad y detrabajo y la cultura que emergieron del mundo rural argentino a lo largo de varios siglos. En éstos años proliferaron los estudios regionales y microhistóricos sobre los sistemas agrarios en el mundoindígena y la organización productiva regional en el período colonial, los regímenes tenencia y propiedad de la tierra en el período virreinal, en la Argentina independiente y del siglo XX, de lasestructuras agrarias, demográficas y sociales que se constituyeron a partir de ellas y, para sólo citar una más de ésas líneas temáticas, los estudios referidos a economías regionales como las de Cuyo,la Patagonia o Tucumán. La historia agraria se ha nutrido también del aporte de disciplinas como la antropología y la arqueología y de los estudios realizados en ámbitos técnicos como el INTA o elIndec.
Un rasgo fundamental de estas nuevas líneas de investigación fue la innovación metodológica que aportaron a través de trabajos de campo que abordaron su objeto de estudio, a partir deaproximaciones sectoriales y regionalizadas y a través de un cambio relevante en el tipo de fuentes utilizadas, como la mayor recurrencia al análisis de fuentes censales y catastrales, de registrosparroquiales y notariales, de contratos de arrendamientos y de los asientos contables de las estancias o ingenios azucareros y las que proveyeron las técnicas de encuesta y entrevista, entre otras. Estos...
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