En las islas afortunadas

“El hombre tiene la tremenda posibilidad
de entender la apariencia como apariencia,
y desde su propio juego
sumergirse en el gran juego del mundo,
y en tal inmersión
saberse partícipe del juego cósmico".
Eugen Fink

“Estamos en un tiempo sin padres. Se comienza a ver lo que esto significa concretamente. Cada uno debe ser padre de sí mismo, construir la autoridad”.Jean Francois Lyotard

“En las islas afortunadas” (Así habló Zaratustra, parte II)
La selección de los epígrafes precedentes propende al intento de reflexionar sobre una de las problemáticas que Friedrich Nietzsche parece querernos transmitir mediante su Zaratustra, el antiguo reformador de la religión persa y portavoz de un evangelio pagano para el hombre contemporáneo conel anuncio de una vida que se basa en la superación de sí mismo y en la liberación de la moral del rebaño.
Tal anuncio ostenta como condición asumir que toda la cultura y el pensamiento metafísico occidental se ha construído sobre la distinción entre el mundo espiritual y el mundo sensible, situando a Dios (enfatizo la nota a pie de página en cuanto a que se trata del Lugar de Dios, no deninguno en particular) en la cúspide de toda la realidad. Es recién entonces cuando se comprende lo inquietante de la postulación del ateísmo trágico que conlleva la muerte de Dios, muerte que se ha venido incubando y produciendo desde largo tiempo y que debe ser entendida como la devaluación de los más altos valores reverenciados por Occidente. No menos inquietante y estremecedora es la conmociónque tal muerte trae aparejada para aquella construcción del edificio de la metafísica tradicional ante el señalamiento, tinte heideggeriano mediante, que ningún concepto, sea metafísico, teológico o de cualquier índole, puede explicar, y por ende erigirse en fundamento de la realidad y su única manifestación: la vida y el devenir abierto a lo múltiple.
Digámoslo de entrada: muy lejos estamos enNietzsche tanto del todo vale y da lo mismo cuanto de un hedonismo insolente. Su propuesta es muy otra: principia por denunciar el tono vital disminuido del decadentismo al que nos ha conducido la tradición judeocristiana -y como dijimos, también la metafísica occidental-, para luego criticar tanto la sacralización de ciertos conceptos tenidos por “supremos” cuanto la caricaturización en la queha devenido el cristianismo, el que imputación explícita de Nietzsche a San Pablo mediante, no hizo sino concentrar todos los males de las religiones, a saber, la invención de Otro mundo, la imposición de la moral de los débiles y el concepto de pecado, de cuya combinatoria todos los valores de la vida resultan sojuzgados y aniquilados.
En este punto cabe la pregunta que subyace en laprimera parte de Zaratustra: ¿Porqué el camello brinca de alegría? Porque afortunadamente (el subrayado obedece al la sintonía con el adjetivo de las islas del título) ese camello siente que hay un camino y un saber dado que determina qué debe hacer y qué le esta prohibido, redimiéndolo mesiánicamente de la peligrosa, riesgosa y angustiante tarea de decidir, y como veremos más adelante, crear nuevosvalores.
Es por ello que Zaratrustra reniega de la gracia y redención divinas así como de toda fortuna y bienaventuranza que no sea inmanente a nuestra condición de humanos (demasiado humanos) instándonos en el discurso que nos ocupa a transformarnos en padres y ascendientes del superhombre y señalándonos que este será nuestro mejor crear, advirtiéndonos que la condición posibilitante de talmejor crear -condición necesaria, mas no suficiente- es que nuestro suponer se mantenga dentro de los límites de lo pensable (nótese en este punto la impronta kantiana) y que nuestros propios sentidos sean pensados hasta el final.
Refractario a tal creación y aceptación del testimonio de los sentidos, es suponer a Dios, suposición que apareja la cobarde ilusión de eludir el silencio, ese...