en las tierras de potosi

Páginas: 12 (2941 palabras) Publicado: 22 de octubre de 2014
Capitulo IXEstas y otras cosas eran las que Martín oía diariamente, y como las que veía no eran tampoco mejores, su corazón empezaba a contaminarse de esa postración peligrosa que suele seguir, enlos espíritus delicados, a un gran entusiasmo helado repentinamente por la decepción.Y, para acrecentar su pena, el asunto de su colocación se iba dilatando en demasía. Dos veces había vuelto a ir alingenio Cancañiri, y el administrador, usando siempre con él de buenos modos, de dijo que el canchero aun no se retiraba, pero que no tardaría en hacerlo.La última de estas veces, una tarde templada y fría, volvía Martín a su alojamiento pensando en su suerte y en que no había hecho mal disparate en dejar la tranquilidad de su vida muelle de Sucre para venir a un lugar que se le mostraba taningrato.Silbaba fúnebremente el viento del sud, azotando la descubierta nuca del Joven, que no llevaba abrigo ninguno. A ratos pasaban tropas de llamas, muías o burros, levantando una polvareda fastidiosa y dispidiendo un olor que daba grima al caminante. Un crepúsculo lívido envolvía los objetos con apariencias funerales. Los cerros, las pampas, las cañadas, aparecían bañadas en tintas siniestras.Martín encontraba a veces uno que otro caminante que ascendía en el cerro, arrugando todo el rostro en ademán de evitar el polvo que el viento le lanzaba de frente. En la extensión sólo se oía el bramido del viento y las voces y silbos de los bajadores que arreaban a las llamas y borricos.Todo le perecía a Martín detestable en aquellos momentos.¿Y esto es el famoso Llallagua?— decíase,— ¿esta es esatierra riquísima en que yo soñé como un iluso? ¿Dónde están las grandezas de que me hablaba el idiota Godoy? ¿Dónde está la plata? Yo no veo aquí más que miserias. iBuen chasco me he llevado!Luego, pensando en su madre, a quién él había alucinado pintándole hermosas expectativas y dándole mil seguridades, sentíase tan avergonzado, que sólo esto no se habría atrevido a presentarse otra vez anteella.Y, sin embargo, al mismo tiempo, ¡echaba tanto de menos el dulce afecto de su madre! En medio de aquel ambiente en que ahora vivía, presenciando miserias, egoísmos, odios, envidias y otras feas pasiones, el exquisito amor materno se le presentaba desde lejos mucho mas grande y querido de lo que se le había figurado cuando estaba en plena posesión de él. No parecía sino que quería volverse niño,y de buena gana, él, un mozo rollizo, se habría acurrucado en el regazo de su madre, como'un bebé de tres años. ¿No era, acaso, su madre el gran asilo, el único recurso, el pirre consuelo? Pensaba también en Lucía. ¿Qué diría ahora la graciosa muchacha si lo viese todo empolvado y sucio, con la faz demagrada, con el corazón oprimido y enteramente distinto de aquel Martín alegre y decidor quellegaba al salón, oliendo a violetas, para decirla frases delicadas y discretas?Y pensaba en sus amigos, en los entusiastas compañeros de las aulas, que paseaban con él por las calles hablando del derecho natural o de la economía política, y pensaba en sus triunfos de estudiante y en todos sus antiguos propósitos, abandonados por correr tras una aventura loca.Y pensaba, en fin, en el aire de su pueblonatal, ese aire regalado y suave, tan distinto de este otro aire frío y polvoroso que respiraba en Llallagua; en el agua dulce y exquisita de Sucre, en sus días luminosos, en sus noches de luna espléndidas, en sus cerros queridos.¡Dulces y tristes pensamientos!Capitulo XEl robo del estaño en Llallagua había llegado en aquellos tiempos a tal grado, que bien podía decirse que, de la producción totaldel metal, por lo menos una cuarta parte era absorbida por el robo. El robo y los negocios relacionados con él, como el rescate, eran el gran aliciente que atraía a esos lugares diversas clases de gentes. Aun muchos de los obreros afluían allí, más que por lo subido de los salarios que pagó por un tiempo la Compañía, por las facilidades que encontraban para el robo.Y en vano era que la Compañía...
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