Enemigo público

Durante la semana mayor, a falta de noticias, es común que los periódicos publiquen en primera plana alguna fotografía de la ciudad en que se editan, donde se muestran sus calles especialmenteatractivas, despejadas y apacibles. La imagen invita a caminarlas, gozarlas, redescubrirlas. Cada año volvemos a sorprendernos con ellas, así que francamente no entiendo por qué a nadie se le ha ocurridoque así debían estar todo el año. ¿Por qué sólo unos cuantos días nada más? ¿Acaso no nos merecemos una ciudad permanentemente así?
Si observamos bien, esas imágenes románticas no muestran un páramodesabitado. Por el contrario se ve a la gente feliz, caminando y recuperando esa porción de paraíso a la que todo mortal tenemos derecho. El ausente es el automóvil, y su ausencia es la que de pronto,como por arte de magia, devuelve a las ciudades su calidad de habitable. El automóvil no sólo se ha mantenido como un poderoso auxiliar para los seres humanos, sino que por desgracia se ha apoderado denuestras ciudades, absorbiendo de forma voraz todo lo que de bueno tenían, sin que nadie haga nada para detenerlo. Uno de los grandes avances de la tecnología que modificó por completo nuestros modosde vida, hoy es causa directa o indirecta de prácticamente todos los malestares urbanos, y por si fuera poco, uno de los factores más influyentes en el fenómeno del calentamiento global, cuyosefectos se agravan día con día (de ahí sacan su fuerza los vendavales que azolaron Monterrey, los incendios forestales en el norte del país y las inundaciones del centro de Estados Unidos, por mencionarsólo los de esta semana).
Colima, por supuesto no es la excepción. Aunque vivimos en una ciudad pequeña si nos atenemos a su cantidad de habitantes, su dinámica urbana se asemeje a otras metrópolis másgrandes, debido a que sus cada vez más inmanejables problemas están estrechamente vinculados al uso desmedido, inconciente e indiscriminado del automóvil.
En efecto, nuestra ciudad comparte con...