enfermeria

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ORTOPEDISTA:
Tan pronto escuchó su nombre, Roberto bojar se levantó de uno cuantos pasos tomo posesión de la cabalística silla confeccionaría. Al os pocos minutos las luces se apagaron y elreflector de la verdad alumbro al Apóstol en turno.
Una extraña sensación envuelve mi espíritu al verme de nuevo entre ustedes. Al volver a escuchar sus voces y sus risas, un poco alteradas porrazones naturales de los años parece que un cuarto de siglo ha desaparecido de mi vida de nuevo me siento joven y lleno de ambiciones e incluso como aquella noche de nuestra última cena en la taberna dedon Hipólito.
No saben cuanta alegría me han dado el charlar otra vez con está pléyade de vago que fueron los compañeros de mi vida estudiantil; con esta pandilla de demonios que no dejaba llena unasola botella, así fuera el más vil de los licores;
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No se me puede escapar de la cabeza aquellas pachangas que solíamos hacer en casa de Luis y que terminaban hasta muy altas horas de lamadrugada; tampoco las fiestas del bárbaro de Felipe que nos daba alcohol con azúcar y coca cola para que no nos fuéramos; en fin es imposible borrar de nuestro campo mental las franca chelas de los doceapóstoles tomaban aparte.
De todo me acuerdo muy bien, pero lo que estoy completamente seguro de que jamás hablo de una reunión como estas en la que estamos relatando los pecados más dramáticos denuestras actividades profesionales.
Sin embargo, no puedo negar que una jornada de la naturaleza tiene un aroma esencial y un fondo más científico que otras de diferentes ponedas.
He escuchadopacientemente a mis apóstoles que ya se confesaron y no tengo más remedio que hacerles una caravana de respeto y de admiración pues an relatado cosas extraordinarias con una sencillez humana digna de seresculpida con letras de oro; porque los fracaso, tal y como se han repetido, dejan enseñanzas que difícilmente se olvidan.
Mi error más dramático se inició una noche cualquiera en una vieja casucha,...