Ensayo de lectura

Lectura de la ignorancia

De Martín Ríos

Son dos niñas con uniforme escolar, de entre los seis y los diez años de edad, tiradas boca abajo en una banqueta, sobre un charco de sangre, tomándose de la mano en un último y desesperado intento por no separarse al caer bajo las balas que salen de las poderosas armas compradas en el país vecino. En la parte superior de la fotografía, que muestralos cadáveres de las dos pequeñas hermanas, víctimas del tiroteo, un encabezado de enormes letras rojas, que arranca la misma expresión en la gente que pasa por el puesto de periódicos: “¡NO SE VALE!”. Quienes comprarán el periódico tienen en general una motivación: la curiosidad, saber cómo sucedió. La mitad de ellos sólo echará una hojeada al resto –sin perderse el taco de nalga, perdón, de ojo delas encueratrices- y la otra mitad buscará alguna otra nota –también roja- de interés, siempre y cuando sea breve y tenga por lo menos “algo fuerte”. Al “leer”, recorren con cierta prisa los renglones y sólo se detienen en los detalles que tienen que ver con el cómo. El reportero lo sabe y se regocija en esos detalles. Así es como cubre la cantidad de palabras otorgadas al hecho. El periódicocumple su cometido, no su función. El lector se conforma y se acostumbra a que lo importante no es la información, sino la recreación imaginativa. Necesita imaginar el hecho, no analizarlo. La capacidad morbosa de las masas es una mina de oro para los mass media. Desde el “bochito” con su trompeta, perifoneando en las calles la crónica de una violación, hasta las recreaciones computarizadas de unasalto en los programas noticiosos, ofrecen satisfacer la avidez casi enfermiza de las multitudes a cambio de una discapacidad mental. ¿A quién le importan las causas sociológicas o psicosociales del hecho, cuando el raiting se dispara y los abarroteros se pelean por los veinte o treinta segundos comerciales entre bloque y bloque? Con una labia descarada los conductores de televisión o de radio, enturno, nos convencen de que su interés es llegar al fondo del “problema” (incluso realizan programas especiales, siniestros talk show) y al mismo tiempo sensacionalizan y desvirtúan los hechos; se desgarran las vestiduras e instantáneamente melodramatizan su juicio. Ése es el “alimento” intelectual de millones de mexicanos, mientras unos cuantos observan aterrorizados la desembocadura de nuestrarealidad nacional. ¿Y las autoridades? “Es necesario generar hábitos de lectura e implementar y acelerar programas educativos que desarrollen una visión crítica en nuestros jóvenes, bla, bla, bla, bla, bla…”

Pero la avalancha de violencia ya se ha generalizado a lo largo y ancho de los estados y del mismo valle de México. Basta ver las reacciones del gobierno para imaginarse al país comouna de esas casas llenas de goteras, donde sus ocupantes corren de un lado a otro tapando los hoyos, por aquí y por allá, sin llegar a detener definitivamente la inundación. También la analogía nos puede llevar a imaginar una cárcel apretada de delincuentes, un motín donde los custodios forman parte de las masas criminales; caos puro. El país como un gran CERESO (Centro de Readaptación Social) dondetodos purgamos una condena con la figura de arraigo y donde las instituciones se van desmoronando como un montón de piedras. La violencia social es el reflejo de la violencia familiar y viceversa, la conducta primitiva de los delincuentes no dista mucho del salvajismo escolar llamado bulling o las berrinchetas de los chamacos rabiosos arrojados al mundo por un aparente “descuido” de sus padres;hordas enteras de hijos “no deseados” que incrementan las estadísticas del delito, desbordado hacia las calles. El desfile de injusticias –manipuladas a conveniencia por las televisoras a sueldo- tiene su principio uterino en las injusticias domésticas. Es en el hogar donde se incuba la ferocidad de género, ahí se introyecta el concepto que inmortalizó José Alfredo Jiménez: “la vida no vale...