Ensayo del contrato social
notable, sustituyendo en su conducta al instinto por la justicia y dando a sus acciones la
moralidad que antesles faltaba. Sólo entonces es cuando, sucediendo la voz del deber al
impulso físico y el derecho al apetito, el hombre que hasta aquel momento sólo se mirara a sí
mismo, se ve obligado a obrar segúnotros principios y a consultar con su razón antes de
escuchar sus inclinaciones. Aunque en este Estado se halle privado de muchas ventajas quele da la naturaleza, adquiere por otro lado algunas tangrandes, — sus facultades se ejercen y
se desarrollan, sus ideas se ensanchan, se ennoblecen sus sentimientos, toda su alma se
eleva hasta tal punto — que si los abusos de esta nueva condición no lodegradasen a
menudo haciéndola inferior a aquella en la que antes estaba, debería bendecir sin cesar el
dichoso instante en que la dejó para siempre para convertirse, de un animal estúpido ylimitado que era, en un ser inteligente y un hombre.
Reduzcamos todo este balance a términos fáciles de comparar. Lo que el hombre pierde
por el contrato social, es su libertad natural y un derechoilimitado a todo lo que intente y que
pueda alcanzar. Lo que gana es la libertad civil y la propiedad de todo lo que posee. Para no
engañarse en estas compensaciones se ha de distinguir la libertadnatural, que no reconoce
más límites que las fuerzas del individuo, de la libertad civil que se halla limitada por la
voluntad general; y la posesión, que es sólo el producto de la fuerza — o sea, elderecho del
primer ocupante — de la propiedad, que no se puede fundar sino en un título positivo.
Además de todo esto, se podría añadir a la adquisición del Estado civil la libertad moral,
que es laúnica que hace al hombre verdaderamente dueño de sí mismo; pues el impulso del
sólo apetito es esclavitud, y la obediencia a la ley que uno se ha impuesto es libertad. Pero
demasiado he hablado sobre...
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