Ensayo del don de arder
«HE ESTADO AL BORDE DE LA LOCURA»
Julia Butterfly Hill (Misuri, Estados Unidos, 1974), activista ecologista, no acudió a una escuela hasta los doce años; sus padres le enseñaron a leer y a escribir. Una década más tarde se licenció en Empresariales. Hill vivió encaramada a Luna, un árbol centenario de California —desde el 10 de diciembre de 1997 al 18 del mismo mes de 1999—, paraimpedir que fuera talado. Tras el éxito de su iniciativa, Hill creó la fundación de protección del medioambiente Cicle of Life y publicó El legado de Luna (2001). El ochenta por ciento de los bosques del planeta han desaparecido. Me cuenta Julia que las secuoyas, después de ser taladas, siguen sin rendirse. Si no las rocían con herbicidas o napalm —prácticas habituales—, vuelven a brotar. Lassecuoyas han sido su símbolo y su guía. Julia trepó a la copa de una de ellas, Luna, y permaneció dos años para detener la deforestación de esos bosques. Allí arriba nada fue sencillo: sufrió los azotes del Niño, el frío y las tormentas de viento y nieve que destrozaron su ínfima estructura y casi acaban con ella. También padeció el acoso de helicópteros, la tala de otros árboles a su alrededor, elfuego y el humo, que casi la dejan ciega, y el control de guardas de seguridad que impedían que le llegasen víveres. «Ya bajará», decían, pero tuvieron que pactar. Julia se hizo a sí misma en ese árbol. Dos largos años de soledad y sufrimiento, de vivir al límite. Ella misma se entablillaba los dedos que se rompía trepando por la secuoya gigante. Se hizo amiga de los insectos y de cada rincón de símisma. Más allá de las ramas de ese árbol todo era hostil. La propia organización que la había ayudado a subir a Luna, la asociación Earth First, le dio la espalda. «Me di cuenta —me explica—, de que al desprenderme de todo apego, incluido el apego a mí misma, nadie tenía ya poder sobre mí.» Subida a aquel árbol se doctoró en Humanidades y desde allí llegó a hablar directamente con el Senado deEstados Unidos. Cuando llevaba un año y medio sin pisar tierra, Julia se hizo famosa, se convirtió en la
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atracción de los medios de comunicación. Para combatir la confusión que todo eso le produjo, recurrió al ayuno y a la meditación. El día que bajó de Luna, Julia creó su propia fundación, Cicle of Life. Escribió su historia en un libro que va mucho más allá de una curiosa peripecia desupervivencia. El legado de Luna es la narración de una búsqueda espiritual, de cómo día a día una joven de veintitrés años va abriendo su mente y explorando caminos que la conectan con la energía de la vida, la más sutil y reveladora. Dos años después de encaramarse al árbol, aquella preciosa muchacha de ojos azules y larga melena negra era otra. Sigue siendo consecuente, ha destinado lossustanciosos beneficios del libro a la protección del medio ambiente. —¿Por qué se subió a un árbol? —Hoy sé que he resistido dos años en un árbol porque mis padres me inculcaron que todos estamos llamados a hacer algo. —Entonces cuénteme su infancia. —Mi padre era un predicador itinerante y sus tres hijos llamábamos casa a una caravana. Eramos muy pobres. A los veintidós años un accidente de coche me dañóel cerebro y estuve un año haciendo terapia intensiva. —¿Y eso la cambió? —Sí, el tiempo se volvió precioso. En cuanto me dieron el alta me fui de viaje con unos amigos y descubrí el parque nacional de Grizzly Creek, en California, y sus secuoyas gigantes. —¿Qué ocurrió allí? —Me adentré en el bosque y por primera vez experimenté lo que significa de verdad estar vivo. Entendí que yo formaba partede aquello. Poco después supe que la Pacific Lumber Maxxam Corporation estaba talando esos bosques y mi confusión fue total. —¿Y qué hizo? —Rezar, pedir orientación sobre lo que debía hacer y lo tuve claro. Contacté con la asociación Earth First, que hace sentadas en los árboles para impedir su tala. Así llegué a Luna, una secuoya milenaria de 6o metros. —Que se convirtió en su hogar... —Sí,...
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